Ariguanabo TV
19 min readDec 22, 2020
Toma de pantalla. Vídeo RT en español.

Guerra y paz: Derechos humanos. Pueblos: Yemen
Por Orestes Martí.

Hace sólo unas horas a través del Canal Caribe se emitió un interesante análisis sobre el denominado “mundo árabe”.

A ese complejo universo pretendemos hacer un “acercamiento informativo” para nuestros amables lectores, en el que trataremos de brindar algunos elementos, tanto los ya abordados desde ciertos ángulos, como de otros poco tratados en “los medios”.

Hoy abordaremos el tema de la desinformación existente sobre lo que allí sucede y lo haremos de la mano de Eva Eril y lo que acaba de publicar en el diario “El salto”.

Sin embargo, antes de comenzar, vamos a recordarles que según la Enciclopedia ECURED, Yemen, -oficialmente República de Yemen-, es un país situado en la costa suroccidental de la península de Arabia, y que se formó en 1990 a raíz de la unificación de la República Popular Democrática de Yemen y de la República Árabe de Yemen y que limita al norte con Arabia Saudí, al este con Omán, al sur con el golfo de Adén y al oeste con el mar Rojo.

A continuación el trabajo de Eva Eril.

Las ONG alertan de que uno de cada tres muertos en la guerra de Yemen son civiles. JUDITH PRAT

YEMEN
Eva Eril: “El quid de toda la desinformación sobre Yemen es la venta de armamento”

Con la pequeña organización que fundaron hace casi seis años, Eva, Noelia y Faten, junto a Hussein y Widad, logran llevar ayuda a una población abandonada por la Comunidad Internacional, que prefiere seguir vendiendo armas a Arabia Saudí, el país que bombardea al pueblo yemení y le condena a sufrir la peor emergencia humanitaria del mundo.

Eva Eril es cofundadora de Solidarios Sin Fronteras, la única ONG creada en España, que opera en Yemen. Antes, ha trabajado durante 14 años en ayuda humanitaria en Etiopía. Su objetivo es ayudar lo máximo posible a un pueblo que ha sido ninguneado por nuestras sociedades occidentales, que llevan casi seis años apoyando y echando gasolina a una guerra que ha dejado casi 300 mil muertos, entre los cuales más de 180 mil son niños. Gracias a su equipo, Noelia, Faten, Hussein y Widad consiguen hacer cosas increíbles: atender a miles de personas que lo han perdido todo.

Has comentado en varias ocasiones que desde el primer momento en el que viste Yemen te quedaste enamorada del país. ¿Qué fue lo que te dejó fascinada?
Viajé a Yemen por primera vez en el año 2013, aunque hacía muchos años que quería ir. Me gusta la gente, su hospitalidad y su amabilidad. Todo lo que Europa ha perdido de su espíritu de comunidad. En los países árabes y Yemen especialmente, existe este sentimiento del bien común, de todos juntos. Si “yo tengo arroz, mi vecino tendrá arroz”.

Una noche estaba en una terraza en Sana’a y a mi lado se celebraba un cumpleaños. Debí mirarlos tan fijamente que la chica del cumpleaños me acabó trayendo un trozo de pastel y me invitó a la mesa. Ella era Faten. Ni ella ni yo sabíamos que aquello iba a cambiar nuestra vida para siempre. Nos intercambiamos las redes sociales, y yo seguí volviendo a Yemen porque me enamoré del país, de la gente y de su pureza. A Yemen le llamaban la Arabia Feliz y realmente era un país donde no había ni tan siquiera souvenirs porque no había turistas. Era un país muy, muy auténtico. Volví a Yemen hasta que el 10 de enero de 2015 salí del país y no pude volver a entrar.

Ese 10 de enero me di cuenta de la gravedad de la situación. Había muchísimos hombres con Kaláshnikov y mucha violencia alrededor del aeropuerto. Ya no pude volver a entrar en el norte. Sí que entré dos veces en el 2017 y 2018 en la isla de Socotra porque allí tenemos también un proyecto humanitario. El 26 de marzo empezó la guerra. Es entonces cuando percibo que la gente está muy asustada y contacto con Faten.

En seguida empezamos a trabajar para ayudar a la gente. Noelia, una amiga mía íntima, entró al equipo porque quería ayudar. El conocimiento previo del país nos ayudó a poner en marcha un proyecto en el que nosotras hemos tratado de conseguir los fondos (porque entendemos que el dinero está en Europa y en Occidente) pero decidiendo siempre con Faten lo que se hace en Yemen, al igual que con Widad y Hussein (nuestra traductora y nuestro responsable en Socotra).

¿Cómo gestionaste a nivel emocional cuando en el año 2015 empezó la guerra?
Yo llevaba muchos años en cooperación, pero no en un país en guerra. Estaba en Etiopía, que era complicado, pero no al mismo nivel que Yemen. La empatía en Yemen no es la misma al tratarse de un país árabe y musulmán. Hay que tener en cuenta que vivimos en una Europa marcadamente islamófoba. El miedo, el desconocimiento y el odio al islam puede con muchas cosas. Es muy complicado y hay varias premisas que son básicas: Están en guerra y está bloqueado. No se puede enviar absolutamente nada. Nada está abierto. Y la única opción que se mantiene es el envío de fondos.

Actualmente es el país más difícil del mundo para trabajar. La ayuda de la UE en Yemen es bastante menor si lo comparamos con países como Afganistán o Siria. Lo justifican porque en Yemen es un país donde dicen que no se puede trabajar y no se puede entrar por los hutíes.

¡Pero son la UE y las Naciones Unidas! Nosotras somos una organización pequeña y hemos demostrado que se puede ayudar y dar agua y alimentos a más de 10 mil personas cada mes, haciendo lo increíble, por tanto, que no venga la ONU con sus organismos UNICEF o ACNUR, o la UE a decir que en Yemen es difícil trabajar porque lo sabemos mejor que nadie. Quien quiere encuentra una fórmula, quien no quiere encuentra una excusa. A mí no me sirve eso de bueno, como no podemos salvar a todo Yemen no hacemos nada.

Las remesas que vienen de Arabia Saudí han caído considerablemente este año. A esto hay que sumarle también la depreciación del rial…
Hoy Faten nos ha dado el valor más alto respecto al dólar desde que trabajamos en Yemen. Ella nos va informando cada día. Nosotras tenemos unos precios base de nuestros proyectos y tenemos que recalcularlo, por tanto, cada mes. Desde el principio, nos hemos planteado cómo es posible poner en marcha un proyecto que necesita financiación cada mes si la gente ni tan siquiera sabe lo que pasa en Yemen porque la televisión ni ningún sitio informa de lo que pasa allí.

Yemen es actualmente la mayor emergencia humanitaria del mundo, con más de 24 millones de persona en emergencia humanitaria y con una población que no tiene acceso a agua, comida o medicinas. Y este 2020 todo fue a peor con la llegada del Coronavirus

Un buen ejemplo fue que nada más empezar a publicar en redes sociales, la gente no sabía siquiera que Yemen estaba en guerra. Yemen es actualmente la mayor emergencia humanitaria del mundo, con más de 24 millones de persona en emergencia humanitaria y con una población que no tiene acceso a agua, comida o medicinas. Y este 2020 todo fue a peor con la llegada del Coronavirus.

Estos son datos de antes del Coronavirus. Probablemente los datos sean ahora mucho peores.
Tengo ciertas reflexiones sobre esto: ¿qué pasaría si en Europa, un solo niño muriese por una enfermedad totalmente prevenible como la desnutrición o el cólera? Otra reflexión es: hace unos meses se jugó la final de la supercopa en Arabia Saudí.

Si el partido de fútbol duró 90 minutos y en Yemen muere un niño cada 11 minutos, ¿cuántos niños murieron en Yemen? Eso hay que decirlo. La realidad es que Arabia Saudí blanquea y aquí España también lo hace. Se dice que están mucho más abiertos, que las mujeres pueden conducir”, pero ¿en esos 90 minutos cuántos niños ha matado Arabia Saudí con armamento español? Personalmente, no puedo frenar que esto siga sucediendo, pero sí puedo hacer algo. Y ayudar es lo que estamos haciendo.

¿La guerra se llevaba años gestando?
Yemen siempre ha sido un país convulso. La reunificación del año 90 entre el norte, más islamizado y más cercano a Arabia Saudí, y el sur, el único país árabe del mundo comunista, era una bomba de relojería. No obstante, el último conflicto se venía gestando con los hutíes.

Ellos llevaban años pidiendo al expresidente Saleh ciertas demandas que tenían cierta lógica. Saleh se las iba prometiendo, pero nunca las cumplía. Cuando finalmente Saleh se ve obligado a dimitir, y Arabia Saudí y Estados Unidos colocan a Hadi en el 2012, los hutíes continúan con sus reivindicaciones. Hadi, que, además es un presidente no querido por el pueblo, continuó dando largas y al final todo aquello estalla. Entre el 2014 y 2015 los hutíes entran en Sana’a y obligan a Hadi a marcharse, primero a Adén y después pidiendo asilo en Arabia Saudí.

Arabia Saudí ataca Yemen con la supuesta idea de que quiere restaurar el poder de Hadi, pero esto no es verdad. Arabia Saudí quiere quedarse con los recursos de Yemen. Yemen ha sido siempre su patio trasero. En Yemen hay zonas donde hay mucho petróleo. Quiere hacer un gasoducto en el sur, en la zona del golfo de Adén y necesita el territorio de Yemen. Son muchas cosas. En un inicio, los hutíes tienen el apoyo del pueblo. Lo tienen porque al final los hutíes están luchando contra las potencias extranjeras: EE. UU, Israel y Arabia Saudí. En un principio es David contra Goliat. Esto explica que en un primer momento la gente apoye a los hutíes. Pero eso no dura porque los hutíes empiezan a comportarse de una forma tan deplorable como los otros. No tiran bombas desde el aire, pero empiezan a tener cárceles secretas, a desaparecer gente, a maltratar a mujeres, a humillarlas, a obligarlas a taparse. En Europa existe una idea muy romántica de los hutíes, porque son anti-Estados Unidos. Pero mucho cuidado con eso.

Es curioso porque el pueblo que echó a Saleh en la primavera árabe ahora lo ha endiosado tras haber sido asesinado por los hutíes. El pueblo ahora mismo te dice: “Sí… Saleh era un corrupto, robaba, era un dictador, pero Saleh no nos metió en ninguna guerra así. Con Saleh mis hijos pudieron ir al colegio y no les caía un misil en la cabeza. Así que, dentro de lo que hay ahora, preferiría a Saleh”.

Aparte de vuestra gran labor, ¿visibilizar esta guerra no ha sido vuestro mayor reto y logro a la vez?
Sí, a ver, nosotras somos una organización muy pequeña. Rosa Montero nos llamó en una ocasión las hormiguitas de la solidaridad. Pienso que a veces en países como Yemen es mucho más operativo una pequeñísima organización con un perfil muy bajo, sin llamar la atención y trabajando sin pausa, que grandes organismos. Llevamos más de cinco años dando charlas, conferencias, escribiendo, haciendo entrevistas, pero la verdad es que en España lo que no aparece en la televisión no existe. Allí de momento, no lo he logrado. Un Jordi Évole o un Wyoming harían más por visibilizar Yemen dándonos voz que todas las conferencias que yo pueda hacer. En un programa de televisión, ¿cuántos millones de espectadores no tienen ni idea de lo que está pasando en Yemen? Sería muy potente salir en televisión y poder decir que España es el cuarto vendedor mundial de armamento a Arabia Saudí, que este armamento, que se ha multiplicado desde que empezó la guerra, mata a un niño en Yemen cada 11 minutos y que esto se financia además con el dinero de nuestros impuestos.

El quid de toda la desinformación sobre Yemen es la venta de armamento. Es la razón por la que la guerra ha sido silenciada. Aquí se ha hablado de Siria y de otras guerras, pero de Yemen nada. Ahora mismo en Europa todos venden armas, salvo unas pocas excepciones en los países nórdicos, y salvo Alemania y Dinamarca que juegan al sí, pero no.

Alemania, de hecho, sigue vendiendo armas a Emiratos Árabes Unidos.
Alemania suspendió la venta de armas hasta que se aclarara la muerte de Khashoggi, pero, sin embargo, de vez en cuando autorizan algún contrato. Todos los demás países: España, Francia, Reino Unido, Estados Unidos, Brasil, Australia, etc., están vendiendo masivamente armamento a Arabia Saudí. Y esas armas están asesinando a civiles en Yemen.

¿Sabéis para que son las corbetas de Navantia? Son barcos de guerra que van a bloquear el acceso de ayuda humanitaria a los puertos de Yemen para que la población se muera de hambre, de sed y de enfermedades y se rinda

En España también está el caso de las corbetas que se fabrican en Navantia y que ha defendido Kichi, el alcalde de Cádiz, argumentando que hay mucho paro.

Si yo tuviera espacio en televisión diría a la gente. ¿Sabéis para que son estas corbetas? Son para bloquear los puertos de entrada en Yemen, los puertos para que no pueda entrar la ayuda humanitaria. Son barcos de guerra que van a bloquear el acceso para que la población se muera de hambre, de sed y de enfermedades y se rinda.

¿Os desmotiva que España siga vendiendo armas a Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos?
Desmotivador no. A mí me encabrona mucho, pero me sirve para sacar fuerzas. Me enfada vivir en un país que está haciendo lo que está haciendo y ver la desfachatez tan grande de un señor como Borrell que dice que las armas españolas son de “precisión”, y que “no matan yemeníes”, porque dan en el “blanco con una precisión extraordinaria”. Me encabrona muchísimo. Soy muy pasional, pero luego tengo esa parte muy racional de “objetivo: salvar vidas”.

Naciones Unidas ha hablado de la “peor crisis humanitaria de la historia reciente de Yemen”. ¿Estamos ante una de las mayores catástrofes humanitarias del siglo XXI?
Sin duda. Sin duda y cada vez está peor. Piensa que antes de la guerra, antes del 2015, ya Yemen necesitaba importar el 90 por ciento de sus productos. Es el único país del mundo donde la capital no tiene agua potable. La gente tiene que comprar depósitos de agua e instalarlos en el techo de sus casas y luego pagar el agua a pequeños camiones cisterna privados, a pesar de que su precio ha aumentado un 300%. Es impagable para mucha gente y la mayoría no disponen de esos depósitos.

En abril de 2017 empezó el brote de cólera. En dos meses, el número de muertos ya es muy grande. La Organización Mundial de la Salud hizo un comunicado meses después diciendo que había tantos infectados de cólera que no merecía la pena entrar a vacunar, no iba a servir de nada… No se puede evitar pensar que, si hubieran vacunado en abril del 17, no se tendría esta mortalidad infantil tan grande.

Pero es que estamos en el 2020 y la epidemia de cólera continúa. La mayor epidemia de cólera de la historia de la humanidad. Se dice rápido. Pero no es sólo es el cólera, es también el dengue, la difteria, la malaria… Y ahora llega el cpvid-19. Una enfermedad que está atacando a una población absolutamente desnutrida que no tiene medios sanitarios para combatirla. Al principio, había 500 respiradores para los 30 millones de habitantes, y además estaban en el sur. Pruebas PCR apenas hay. El 80 por ciento de los hospitales no funciona, no hay electricidad, no hay agua potable, por lo tanto, no funcionan las máquinas.

Los datos oficiales no son reales porque todas las partes están ocultando datos. Resulta que al final es el país con mayor letalidad del mundo, alrededor del 30 por ciento. La realidad es que la población no va al hospital porque tienen terror. Porque además circulan rumores que dicen que se matan a gente en los hospitales con inyecciones o que el virus es fruto de estar con el demonio.

Se escucha frecuentemente que el mundo árabe es más cosa de hombres y que las mujeres lo tenéis mucho más difícil para operar allí.
Es un mundo muy masculino, muy machista. Pero también es cierto que esa es la idea que a Occidente nos interesa tener. La mujer sometida, tapada, casi abusada por el marido que llega. Eso existe, pero también existen mujeres como Faten, que es una mujer de 35 años, soltera, no casada, sin hijos, trabajadora y que dedica su vida a una gran labor humanitaria. Existen mujeres así. Aunque es verdad que son países machistas. Hay que romper esa idea. Hay cada vez más fuerzas en las mujeres. Y de hecho son las que van a cambiar la sociedad.

Uno de los cambios que ha traído la guerra es que las mujeres han tenido que salir de casa a trabajar y a mantener el hogar. A nivel de proyecto, yo creo que el hecho de que seamos todas mujeres no deja de ser más que una ventaja. Primero, Faten puede hacer lo que muchos hombres en Yemen no podrían, que es hablar con las familias, meterse en las casas, hablar con las mujeres, con las profesoras, con los niños y preguntar. Todo eso a los hombres les está prohibido. Un hombre no puede entrar en una casa en Yemen y hablar con una mujer.

Hay una norma en ayuda humanitaria importantísima: siempre que se pueda, no dar dinero. Nosotras nunca entregaremos dinero. Entregamos las mantas, las cajas de alimentación, pagamos el agua, pero jamás damos dinero. Pero mucho menos a los hombres. Siempre a las mujeres. Porque la mujer va a utilizar el dinero en alimentar a los niños. En los hombres no está tan claro. Hay que tener en cuenta el problema del qat, una droga que mascan el 95 por ciento de los hombres en Yemen y que puede llegar a costar hasta seis dólares la ración diaria. A veces se me ponen los pelos de punta cuando veo a hombres recibiendo billetes de cien dólares de grandes ONG. Hay una norma básica en todo esto: darles todo el dinero a las madres, a las mujeres.

Entonces, ser mujer es una grandísima ventaja. En nuestro caso, hay que decir también que el 80% de los donantes son mujeres. Me encantaría que hubiera muchos más hombres… La empatía con mujeres es más fuerte. Una de las cosas que hemos conseguido y que a mí me tiene más enamorada es que aquí nuestros donantes adoran a Faten a pesar de no haberla visto nunca. La verdad es que es para adorarla.

¿Se juega la vida Fatem a diario?
Piensa que estamos hablando de un país en guerra en el que el 80 por ciento de la población no tiene nada y en el que sales a la calle con el temor de que te pueda caer una bomba en la cabeza. Si Faten no hiciese lo que está haciendo y se dedicara a sobrevivir nadie podría juzgarla. Nadie. Para mí es la mujer más increíble del mundo. Los proyectos han ido creciendo y creciendo y ella no desfallece. Hace unos días, mientras conducía estuvo a punto de morir por un proyectil que cayó sobre su coche. Milagrosamente no le ocurrió nada…

Háblame de vuestra labor.
Nuestro trabajo lo hacemos en nuestros ratos libres, fines de semanas, tardes, vacaciones…, de hecho, ¡¡todo el tiempo!! A veces hasta las dos de la mañana porque es el horario en el que estamos las tres. Cuando empezamos, ninguna de las tres imaginamos donde nos estábamos metiendo. No es fácil para nosotras mantener nuestros proyectos. No aceptamos subvenciones públicas por varias razones y dependemos plenamente de donantes particulares. Nuestra ONG funciona mucho con la plataforma Teaming, que es para donar 1 euro al mes, pero también damos la posibilidad a la gente de hacer donaciones o hacerse socia.

En un principio, empezamos con nuestro proyecto alimenticio para atender a la emergencia de hambruna. Empezamos con 15 cajas de comida al mes y ahora estamos dando unas 200 que se reparten a 200 familias. Siete u ocho meses después, empezamos el proyecto de agua e instalamos depósitos para dar agua a 5.000 personas cada mes. También estamos en tres campos de desplazados y gracias a estos proyectos hemos conseguido que el brote de cólera caiga en picado en ellos. Realmente es increíble. Si lo piensas, por cada euro que la gente paga, somos capaces de dar 128 litros de agua.

También, hemos instalado depósitos en las escuelas. Hay unos 2.600 niños y niñas que reciben agua. De igual modo, tenemos el proyecto en la isla de Socotra, una isla diferente en el que la gente vive en cuevas y hablan un idioma que no está escrito. Se le llama la isla más extraña del planeta. Allí dos ciclones dejaron a más de 15 mil personas sin casa (de una población de 60 mil). Como yo había tenido la oportunidad de ir varias veces y tenía amigos allí decidimos ayudar. Hemos ayudado a construir 183 casas proporcionándoles el material para que la gente de allí pueda reconstruir las casas al estilo socotrí.

También me gustaría hablar de nuestro último proyecto que lleva dos años y medio con nosotras, es el de desayuno en las escuelas para proteger a los niños y niñas. Durante la guerra ha aumentado muchísimo el matrimonio infantil y se secuestran continuamente a niños para que vayan a la guerra. Ya antes de la guerra, el matrimonio infantil era un problema en Yemen, pero se había conseguido reducir, gracias a la presión internacional, a un 17 por ciento (niñas casadas antes de los 18 años). Ahora estamos en un 72 por ciento. Es brutal. Más del 50% las casan antes de los 15 años.

Ya antes de la guerra, el matrimonio infantil era un problema en Yemen, pero se había conseguido reducir, gracias a la presión internacional, a un 17 por ciento. Ahora estamos en un 72 por ciento

Eso forma parte todo de un proceso: la familia no puede alimentar a sus hijos. En Yemen, los hijos son el futuro del hogar y la familia se entiende de una manera muy diferente a la manera occidental. La persona mayor es cuidada por sus hijos. Cuando las familias no tienen dinero y no pueden alimentar a sus hijos, ¿cuál es su recurso? Casar a la niña. Cuando les preguntas a la gente, te responden que debido a la violencia y a que las niñas son violadas, prefieren que otra familia las proteja y les de comida, con la promesa de que no las van a tocar.

Pero esto no es cierto. De hecho, lo primero que pasa es que la niña sale de la escuela, y se la llevan a una casa donde es esclavizada, abusada, violada y embarazada muchas veces, sin ningún contacto con su familia ni sus amigas. Niñas de menos de 12 años que no tienen ninguna infancia. Entonces este proyecto empieza porque una profesora nota que empiezan a faltar muchas niñas al colegio.

Empezamos a llevar comida en una primera escuela en la que faltaban 120 niñas. De repente, empieza a correr la voz y empiezan a volver muchas de las niñas que se han ido. Las familias aceptan que si le damos alimentos las van a mantener un poquito en el cole. Con lo cual, la educas, la mantienes contactada con sus amigas y la estás protegiendo de que la casen con un desconocido. Al cabo de dos meses las niñas del cole parecían otras. Saltando, cantando y jugando en el patio. Es lo más bonito que he hecho en mi vida. Lo que se puede lograr dando un desayuno completo. Empezamos a darnos cuenta de que muchas niñas partían el plátano y salían disparadas a su casa para dárselas a su hermanito.

Un año después, ampliamos, por iniciativa de Faten, a una segunda escuela mixta. El coste es muy grande, pero era necesario hacerlo. Porque si a las niñas las casan, a los niños los ponen a pedir en la calle y corren el riesgo de ser secuestrados por los camiones de los hutíes y ser utilizados para combatir. Según UNICEF, antes de la guerra había 112 niños soldados, (una estimación mucho menor que la realidad), pero ahora mismo estamos en 5000–6000 y los datos ya se han perdido… Esos niños son usados como bombas humanas, como esclavos sexuales.

Al final, empezamos en una segunda escuela con 1.200 alumnos y nos volvió a pasar lo mismo que en la primera. Nuestro sueño sería hacer una tercera o cuarta escuela, pero el precio es muy elevado… Además, el coronavirus ha llevado a que gente se haya dado de baja de sus donaciones, gente que no tiene salario, que ha perdido su trabajo. Aunque también es verdad que hay gente que ha aumentado mucho su aportación. Necesitamos mucho dinero mensualmente, pero lo estamos haciendo…

El coronavirus ha sido nefasto en muchos sentidos, pero también en este año 2020 no solo ha sido el coronavirus en Yemen. Este año el país ha sufrido los peores efectos de la crisis climática con las inundaciones en primavera y verano.
Sana’a es patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Que la Unesco no esté actuando me parece increíble. Las inundaciones provocaron 300 mil desplazados más de los que ya había. En los vídeos que circulaban se podían ver cómo las casas se caían por las lluvias y todos estos años de guerra. Es el dicho español “a perro flaco todo son pulgas”. Es así. A la Comunidad Internacional no le importa Yemen en absoluto. Si se mueren 20 millones de yemenís les da absolutamente igual.

Por último, me gustaría preguntarte sobre los programas que estáis llevando a cabo y que explicaras por qué es tan importante que la gente siga colaborando con vuestra organización.
Pues que la gente que lea la entrevista y le parezca bien lo que hacemos, se mire bien las maneras de ayudar1 y que piensen que cada vida es importante. Ahora mismo es verdad que lo estamos pasando mal con esto del covid-19, pero, a pesar de todo, seguimos siendo ese lado del mundo privilegiado. Siempre. Yo solo le pido a la gente que piensen cómo es un covid-19 en Yemen, en un campo de refugiados, sin agua, sin medicinas, sin comida… Con eso es suficiente. Tenemos muchas fórmulas, incluso con un euro mensual pueden ayudar. Gracias a eso hay una gran parte importante de nuestros proyectos que se están pudiendo hacer.

Desde el primer día, nuestra forma de trabajar ha sido mostrar en redes y en nuestra web todo lo que hacemos. Ponemos fotografías de cada familia que recibe alimentos, cada vez que llenamos los depósitos de agua o cada vez que se reparten desayunos… Yo siempre he pensado que el donante tiene el mismo derecho a saber lo que estás haciendo independientemente de lo que done. El año pasado nos dieron el premio a la transparencia y la buena gestión en la plataforma del euro mensual.

Por ejemplo, el programa de los desayunos es precioso, la gente que nos sigue en Facebook nos habla del cambio en la cara de los niños… Qué cambio más grande hay en el momento en el que puedes darles alimentos, un espacio protegido y les posibilitas la relación con sus amiguitos. Ahora mismo con el covid-19 hemos tenido un problema muy grande y nos planteábamos qué hacer con los niños. Primero, no les podíamos dar el desayuno en la calle porque los hutíes nos lo van a robar. Segundo, no podemos hacer que una niña y un niño vayan al colegio solo a buscar un desayuno porque le puede caer una bomba en la cabeza. Una cosa es que venga todo el día a la escuela y otra que venga a buscar un desayuno. Entonces lo que hicimos es repartir packs de alimentos a las madres de los niños y niñas pidiéndoles por favor que aguantasen a los niños en casa hasta que pudiesen volver al cole. ¡Ahora hemos vuelto a los coles y los tenemos llenos! Esas pequeñas cosas que no son los números, que aquí la gente quiera tanto a Faten por todo lo que está haciendo o que haya tres familias que le hayan puesto Faten a su bebé recién nacido. Eso no tiene precio.

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