Guerra y paz: los analistas opinan (LXVI). Ucrania: ¿la guerra concluye o escala? (XVI)
Por Orestes Martí y Fernando Alemán.
Hoy hablaremos de Guerra y Comunicación y para ello compartiremos un artículo que acaba de publicar el sitio (“censurado” en Europa) RT en español, de Oleg Yasinsky, titulado “La teleserie rusa amada y prohibida en Ucrania”
“La reciente serie de televisión rusa ‘Slovo patsana. Krov na asfalte’ (‘Palabra de un patsán. Sangre en el asfalto’, en español) se convirtió en noticia, sacudiendo la escasa vida cultural de Ucrania. La serie hecha en Rusia, sobre acontecimientos en Rusia, con actores rusos y apoyada por el Instituto de Desarrollo de Internet, perteneciente al Estado ruso, resultó ser la serie más vista en línea y todo un fenómeno de descargas piratas en Ucrania. Prácticamente de inmediato las autoridades ucranianas reaccionaron y la serie ha sido bloqueada en la Red. El Ministerio de Cultura repitió la estricta prohibición de difundir materiales audiovisuales provenientes de Rusia, pero no sirvió de mucho. Los ucranianos siguen viéndola.
“Antes que nada, una pequeña precisión lingüística: la palabra ‘patsán’, en lenguaje callejero ruso, puede tener varias traducciones más o menos precisas para distintos mundos hispanoparlantes, que equivale a tío, macho, pibe, cabro, chavalo, man, etc. Por eso, dejémoslo aquí mejor como ‘patsán’.
“Esta miniserie, filmada rápidamente a finales del 2023, con bajo presupuesto y con actores poco conocidos, narra la vida criminal de las pandillas juveniles en la ciudad rusa de Kazán, en los últimos años de la Unión Soviética. Para muchos rusos aquellos tiempos del colapso económico y político de su país fueron los más tristes y duros. Fue un cambio total en el sistema de valores y creencias de generaciones enteras y las calles del enorme país, que había sido uno de los más seguros del mundo, casi de un día para el otro se convirtieron en campo de batalla entre las diferentes bandas rivales que se disputaban su control.
“Una realidad muy conocida por los habitantes de varios paraísos capitalistas. Sin ser ninguna obra maestra, la serie está muy bien hecha y representa, sin duda, un retrato bastante exacto de aquellos tiempos, que la mayoría de los rusos prefiere ni recordar y a donde nadie quiere volver.
“Pero, ¿por qué en medio de la dura y triste realidad, los habitantes de Ucrania, a pesar de las restricciones y prohibiciones, muestran tanto interés en ver esta dramática historia que ya pasó hace más de tres décadas en un país que desde hace tiempo ya no existe?
“Sucede que aquí pasa algo absolutamente inaceptable para la propaganda oficial ucraniana. Una realidad incómoda emerge desde el pasado enterrado por miles de discursos, shows políticos y las falsificaciones de los historiadores al servicio del sistema. Uno de los dogmas principales del Gobierno de Kiev es que Ucrania no tiene nada que ver con Rusia, y que todo su pasado relacionado con sus vecinos y la Unión Soviética no es más que una mala casualidad histórica, la que ahora, con la ayuda del “mundo civilizado”, por fin se está corrigiendo.
“Toda esta mega-construcción mediática tiene un solo objetivo: invertir la mirada de los ucranianos hacia las causas de su actual tragedia. Pero existe una gran diferencia. El actual Gobierno de Kiev no es ninguna terrible casualidad histórica, sino una obra humana diseñada y construida premeditadamente para sacrificar a todo un pueblo, muy independientemente de si es “parte del pueblo ruso” o “solo su familiar más cercano”, según algunas discusiones absurdas de estos tiempos raros.
“Si entendemos que el actual conflicto mundial no es solo un enfrentamiento económico y militar, sino un gran choque cultural entre la barbarie — que como de costumbre es disfrazada de civilización — y todos nosotros, tan diferentes y tan despreciados por el gran poder de las corporaciones y los medios de comunicación, veremos que su desenlace no está solo en manos de los autores del experimento. Está también en las manos y en los ojos clandestinos de millones de ucranianos que siguen descargando la prohibida serie rusa sobre los bandidos de los años 90.
“No importa que quizás aún no lo entiendan. Porque si, a pesar de las recomendaciones, exigencias y órdenes de los domadores occidentales, siguen pensando y sintiendo el mundo en ruso, y si todavía, a pesar de la prohibición de recordar, retroceden en su memoria a los tiempos cuando éramos un solo país, con las mismas esperanzas y desilusiones, entonces ellos serían parte de nuestra victoria, que también es la de la humanidad. Porque nuestra victoria sería también su victoria sobre la muerte, esa que tienen impuesta como único destino.
“Por eso, lo lógico sería pensar que la prohibición en Ucrania de la serie rusa sobre las pandillas de Kazán hace parte también de la cancelación de Pushkin y Chaikovski. No es una lucha ideológica de un pensamiento contra el otro. Es una guerra contra la memoria que incluye la prohibición de pensar, sentir y recordar. Y la curiosa popularidad de ‘Palabra de un patsán’ es la clara señal de que la memoria humana resiste y de que los sentimientos profundos de los rusos y los ucranianos no son diferentes, independientemente de qué opinen políticamente en estos momentos, ya que sabemos con qué facilidad, por el control de los medios, el pensamiento político se construye y se deconstruye.
“Cualquier análisis honesto de la cultura e historia ucranianas tendrá demasiados elementos para evidenciar que la negación de su raíz cultural rusa y los más de 1.500 años de historia conjunta no pueden ser borrados por las tecnologías políticas ni mediáticas, por más eficientes que sean. Así que, les guste o no a nuestros verdaderos enemigos, los ucranianos y los rusos seguiremos viendo las mismas películas”.
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Por Orestes Martí y Fernando Alemán
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