Ariguanabo TV
9 min readMar 11, 2020

Guerra y paz: Siria: guerra, oportunismo y chantaje
Por Orestes Martí

En el escenario sirio, las cosas continúan la tendencia favorable al avance de las posiciones del gobierno y las fuerzas que lo apoyan, a pesar del fenómeno -producido por el terrorismo y la guerra- de millones de refugiados, centenares de miles de muertos y de una gran destrucción del país.

En ese complejo escenario, el oportunista presidente turco pretende pescar en río revuelto. Algunos analistas han elaborado sus tesis y opiniones al respeto y hoy vamos a compartirlas con nuestros lectores.

© REUTERS / Francois Lenoir

El primero ha sido publicado por el sitio Sputnik bajo el título “Turquía se permite con Europa lo que no se atreve con Rusia y Estados Unidos
y escrito por el periodista Luis Rivas

La Unión Europea debería seguir el ejemplo de Rusia y Estados Unidos en sus relaciones con Turquía. A Recep Tayyip Erdogan hay que plantarle cara y no ceder ante sus amenazas. Mostrar debilidad es la peor política.
Cierto es que Estados Unidos no comparte fronteras con Turquía y, por lo tanto, no puede sufrir una amenaza de envío de inmigrantes en masa. Rusia no cuenta en su territorio con una quinta columna de ciudadanos de origen turco como ocurre en países como Alemania o Francia, pero Moscú y Ankara mantienen un difícil equilibrio en Siria, donde defienden intereses divergentes, lo que implica unas relaciones ultrasensibles.
El presidente turco aprovechó en 2015 esa debilidad diplomática y la tradicional desunión europea para enviar hacia el oeste del Bósforo a millones de inmigrantes económicos, mezclados con refugiados de diferentes conflictos, en un éxodo del que formaron parte también yihadistas acostumbrados a burlarse del negocio de las ONG’s y de la ingenuidad de organizaciones internacionales humanitarias.
La pérdida de posiciones en territorio sirio, la crisis económica que vive su país y la presión antiinmigrantes sirios que se vive en Turquía eran circunstancias que Erdogan pretendía aprovechar para chantajear de nuevo a la Unión Europea. El líder turco engrasó su aparato policial y de propaganda para que miles de inmigrantes y refugiados instalados en su territorio
emprendieran el camino hacia Grecia, como primer paso hacia la Europa Occidental.

La ola migratoria que cambió Europa
Erdogan sabía que la amenaza de “invasión” hace temblar a una mayoría de capitales europeas, paralizadas ante la disyuntiva de ser acusadas de falta de humanidad o de imitar a los dirigentes designados como ovejas negras del Viejo Continente por empeñarse en defender sus fronteras, su territorio y su cultura.
El presidente turco puede vanagloriarse también de haber cambiado, junto a la Canciller alemana, Angela Merkel, el mapa político de Europa tras la llegada masiva de inmigrantes y refugiados a partir de 2015.

El cinismo del mandatario turco, combinado con el Wilkommen de las autoridades alemanas, provocó la reacción de muchos ciudadanos europeos que sintieron que solo podían ser escuchados por formaciones consideradas nacional populistas.
En la propia Alemania, la formación Alternativa para Alemania (AfD) se instaló como la principal amenaza no solo de la derecha tradicional, sino como refugio de muchos votantes de izquierda, que no comprendían la política de puertas abiertas a un millón de personas y las consecuencias que ello provocó en muchos lugares del país, especialmente en la antigua Alemania del Este.
En la vecina Austria, el canciller conservador Sebastian Kurtz no tuvo reparo en formar una coalición con el Partido de la Libertad de Austria (FPO), considerado de “extrema derecha”.
Italia, desde entonces abandonada por sus socios como principal puerta de llegada de inmigrantes ilegales, convirtió a
Matteo Salvini en su político más votado. Poco antes, el partido conservador y nacioanalista, Derecho y Justicia (PiS) arrasaba en Polonia.
Por su parte, el líder húngaro, Víktor Orban,
se erigía como el defensor de los valores europeos en su país y bate récords de popularidad en las urnas. La construcción de un muro de alambre en sus fronteras le valió las críticas de los dirigentes siempre dispuestos a dar lecciones de moral, como el francés Emmanuel Macron, que le catalogó, como a Salvini, como “lepra nacionalista”.
Para cerrar la crisis de una Unión Europea fofa y blanda,
el Brexit puede considerarse también fruto de esa falta de autoridad de la que adolecen los dirigentes europeos, claramente a espaldas de una mayoría de sus pueblos a los que, por cierto, nunca se atreven a pedir opinión en las urnas sobre la cuestión de la inmigración. La excusa de las “noticias falsas” ya no convence a nadie. Los insultos a la inteligencia de los ciudadanos, menos aún.

Impotente ante Trump; frenado por Putin
¿Se atrevería Erdogan a amenazar o a insultar, como hace con Macron, a los presidentes de Estados Unidos o de Rusia? La respuesta parece evidente. ¿Cómo resolvió Donald Trump el conflicto que representaba el arresto en Turquía del pastor norteamericano, Andrew Brunson, en 2018?
Cuando Erdogan pensaba chantajear con ese rehén, Trump ordenó atacar la lira turca, que
se desplomó en minutos. Brunson fue liberado ipso facto. Ahora, Erdogan intenta acercarse de nuevo a la OTAN, lo que Washington buscaba.
Si se estudian las imágenes del
último encuentro de Recep Tayip Erdogan y Vladímir Putin en Moscú también se pueden sacar algunas conclusiones curiosas. En primer lugar, el presidente ruso hizo esperar en la antesala del lugar de la cita a un Erdogan que difícilmente podía reprimir su humillación. Ya en la sala, los adornos que conmemoraban derrotas turcas en antiguos guerras con Rusia daban un toque artístico-diplomático especial.

El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, y el presidente ruso, Vladímir Putin. En la repisa de la chimenea, se puede ver una escultura dedicada a la hazaña de los soldados rusos que derrotaron a los turcos en Bulgaria en 1877–1878 © SPUTNIK / SERGUEY GUNEEV

Pero no solo se trató de enviar mensajes de atrezo. Mientras Erdogan quería vengar a sus 55 soldados muertos en Siria en febrero, Rusia movilizaba dos fragatas en Sebastopol para unirse a otro navío de guerra ruso en el Mediterráneo, frente a las costas sirias. Esos buques iban armados con misiles de crucero Kalibr, con un alcance de hasta 2000 kilómetros, lo que en teoría les permitiría atacar las posiciones de los yihadistas que sirven de mercenarios a Turquía e, incluso, a las fuerzas turcas en territorio sirio.

El mensaje parecía ya claro, pero por si hacía falta recordarlo, Erdogan sabe que Rusia no abandonará a su aliado sirio y llegará un día, tarde o temprano, en que las tropas turcas que ocupan territorio sirio deberán retirarse a su país.

Yihadistas en Siria; inmigrantes en Europa. Turquía utiliza las armas que en un momento dado le pueden convenir. En Siria ya conoce los límites. En la Unión Europea piensa encontrar menos firmeza. Pero la última reunión en Bruselas con los nuevos dirigentes de la UE no le ha servido sino para comprobar que, quizá, no pueda repetir el chantaje por segunda vez. Los 27 parecen tener como prioridad la solidaridad con Grecia, la frontera común “atacada” desde Turquía.

El segundo es de Enrique Daza y ha sido publicado por la Red ALAI bajo el título: “La dura derrota de EEUU en Siria y el ambiguo papel de Turquía
Los resultados de esta guerra son 5 millones de refugiados, centenares de miles de muertos y el país destruido.
La guerra en Siria comenzó en 2011, simultáneamente con numerosas revueltas en el Medio Oriente, en lo que se denominó la Primavera Árabe. La diferencia en el caso de Siria es que las potencias occidentales, encabezadas por Estados Unidos, intervinieron y se propusieron desde el comienzo derrocar a Bashar el Assad, presidente constitucional de uno de los países más desarrollados, laicos y civilistas de esa región.
Casi 10 años después, la guerra está a punto de terminar con la victoria del gobierno sirio y se libran en estos momentos las últimas batallas de ella, que tienen una peligrosidad que podrían fácilmente incendiar toda la región.
En toda la región proliferaron diversos grupos terroristas, la mayor parte de ellos apoyados en el fundamentalismo islámico y con diversos nombres: Isis, Al Qaeda, Al Nusra y varias decenas más.
En la primera parte de la guerra, todas las potencias occidentales apoyaron la acción de estos grupos, identificados en combatir a Bashar Al Assad. En particular, Estados Unido fue muy activo, pues consideraba de vital importancia apoderarse de Siria, para defender a Israel, neutralizar a Irán y seguir con el control del mercado mundial del petróleo. Aparentemente, la intervención de todas las potencias occidentales tenía como objetivo combatir el terrorismo, pero luchaban más contra Assad y por la destrucción de Siria como Estado viable, que contra los grupos fundamentalistas.
Los resultados de esta intervención fueron 5 millones de refugiados, centenares de miles de muertos y el país destruido. En la creación y expansión del Estado Islámico jugó un papel fundamental Estados Unidos pues la invasión a Irak destruyó el ejercito de ese país y además EEUU asesoró y armo a numerosos grupos instrumentalizándolos para lograr sus fines estratégicos de reorganizar el mapa del Medio Oriente.
Sin embargo, el ejército sirio libró una larga batalla y, con el apoyo de Rusia, a partir de 2015, logró liberar la mayor parte del territorio, restándole la región de Idlib, en la cual hoy se libra feroces combates.
Turquía ha jugado un papel peligrosísimo en este periodo, pues inicialmente apoyó a los grupos islámicos, posteriormente se distanció de Estados Unidos, que le negó apoyo militar, y se acercó a Rusia a la cual compró los poderosos misiles S 400, en contra de la presión de EEUU, el cual decidió salir con el rabo entre las piernas y desplazar sus tropas a Irak, pasando a ser Rusia un actor decisivo en el logro de la paz, al servir de mediador entre Turquía y Siria.
Ante las victorias diarias del ejército sirio, Turquía mantiene sus tropas en el territorio sirio, argumentando que ha sido invitado por el pueblo de ese país a permanecer allí y, con su ejército confundido entre los grupos terroristas, ha ocasionado duros enfrentamientos con Siria y centenares de muertos. Turquía no ha dejado de pertenecer a la OTAN y tiene el mayor ejército de esa organización, tiene aspiraciones de hegemonía regional y una vieja enemistad con el gobierno sirio. La Unión Europea le había ofrecido a Turquía un apoyo de seis mil millones de euros, para que contuviera la oleada de refugiados de toda la región que aspiraban llegar a Europa y ahora Turquía, cuando tiene que enfrentar a Siria que cuenta con el apoyo ruso, está amenazando con no contener más esos refugiados y permitir que vayan a Europa, lo cual se convierte en un chantaje para pedir apoyo a sus propósitos regionales.
Rusia ha participado en esta guerra por invitación del gobierno sirio y con la consigna de resguardar la integridad de ese país, respaldar el gobierno legítimo y golpear al terrorismo que amenaza no solo a Siria sino que constituye un factor desestabilizador en todo el centro de Asia. Su enorme poderío militar es un factor de disuasión de las aspiraciones expansionistas de Turquía, pero también de las aspiraciones de las potencias occidentales de intervenir nuevamente en Siria.
Estados Unidos que comenzó queriendo destruir al gobierno sirio, sufrió una humillante derrota y tuvo que retirar la mayor parte de sus ejércitos, aunque con su apoyo durante un tiempo a los Kurdos, que sobre el terreno cargaron una parte importante de la responsabilidad de la guerra contra el Estado Islámico, pudo lograr apoderarse de una buena parte del petróleo sirio, en diciembre de 2019, Trump afirmó “tenemos el control total sobre el petróleo que pretendía el Estado Islámico en Siria y podemos hacer con él lo que queramos”. Sin embargo ya no tiene la iniciativa y habiendo perdido siria, lucha por mantener la alianza con Turquía, ofreciéndole la venta de los misiles Patriot que Obama no quiso venderle.
Hay toda clase de mercenarios de países occidentales en la frontera entre Turquía y Siria, justamente en la región de Idlib y están intentando amainar la derrota de las milicias rebeldes que aún subsisten. Ante el recrudecimiento de la intervención Turca en Siria, por instancias de Rusia, se logró un alto al fuego, el compromiso turco de diferenciar sus tropas de las de los terroristas y la OTAN y Estados Unidos, tuvieron que adoptar una actitud prudente y no apoyar el régimen turco. En estas condiciones parece que el desenlace triunfante para Assad es inevitable.

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Miembro de la Red de la Federación Internacional de Comunicadores Populares (RedFICP)

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