“José Martí. Teoría y práctica educacionales”, de Elsa Vega Jiménez.
Presentación a cargo del escritor y poeta, don Adolfo García
Buenas tardes.
Gracias a Elsa Vega por contar conmigo para la presentación de su libro que trata sobre la “Teoría y práctica educacionales, de José Martí” (Cubano que vivió entre 1853 y 1895). Además de destacado ideólogo y político, José Martí fue un de gran poeta hispanoamericano y la figura más destacada de la etapa de transición al Modernismo, que en América supuso la llegada de nuevos ideales artísticos. Pero hablaremos básicamente de sus innovadoras teorías para la educación.
La primera cosa a enseñar al educando es mostrarle su propia naturaleza, la de su pueblo y la de su raza, y a partir de ahí formarle para defender esa riqueza irrenunciable. Se refiere Martí a los pueblos de América, que han sido colonizados por invasores extranjeros y que han impuesto sus costumbres a los nativos.
Parte del principio irrenunciable a recuperar los valores fundamentales del indio, y darles prioridad ante las ideas y costumbres invasoras.
Posiblemente hoy día podamos entender desde Canarias y desde toda España lo que trata de resaltar Martí, y nada mejor que poner un ejemplo. Salen con frecuencia en los medios de comunicación encuestas sobre el aprovechamiento de los alumnos.
Vemos que nosotros quedamos bastante atrás con respecto a otros países europeos, resaltándose lo bien que funciona la educación en Finlandia, por poner un caso. Hay quienes piensan que lo ideal sería utilizar en nuestra tierra los métodos finlandeses. No creo que fuera aconsejable porque allí viven con una idiosincrasia muy diferente a la nuestra. Desde este punto de vista coincido con lo expresado por José Martí. No son trasladables en su conjunto los modelos educativos, puesto que son muy diferentes (u opuestos) sus antecedentes, sus circunstancias y hasta sus capacidades.
No quisiera a este respecto entrar en disquisiciones profundas, pero me viene a la memoria una idea que suelen utilizar los jesuitas: “Allí donde fueres, haz lo que vieres”, en el sentido de comenzar por conocer y comprender la sabiduría del lugar al que se llega, antes de tratar de hacer cambios basados en el conocimiento foráneo.
Nos recalca Elsa Vega al final del primer capítulo que cuando en América se aprenda a estimar lo autóctono como único tronco servible para injertar lo universal se estará preparando mejor a los jóvenes.
Parecería tras lo dicho poder deducirse una traducción errónea del auténtico fondo de las ideas de Martí, y llegar a pensar que anda en pos de la senda del adoctrinamiento localista sobre los habitantes de su tierra, pero no es eso lo que él busca.Tengamos en cuenta que las ideas de José Martí datan del último tercio del siglo XIX. Las repúblicas americanas habían copiado los métodos educacionales de sus metrópolis en Europa, con influencias importantes de la Iglesia Católica, a la que expresamente Martí tildaba de secta, estando contra la enseñanza escolástica,y contra las ramas de la sabiduría que denominaba “antañerías”, (de antaño): metafísica, religión, lenguas muertas,geografía antigua, reglas de la retórica, historia cronológica inútil y falsa…
En uno de sus ensayos publicado en 1891 dice Martí, textualmente: “… Allí donde se gobierna hay que atender para gobernar bien; y el buen gobernante en América no es el que sabe cómo se gobierna el alemán o el francés, sino el que sabe con qué elementos está hecho su país y cómo puede ir guiándolos en junto, para llegar, por métodos e instituciones nacidas del país mismo, a aquel estado apetecible donde cada hombre se conoce y ejerce, y disfrutan todos de la abundancia que la naturaleza puso para todos en el pueblo que fecundan con su trabajo y defienden con sus vidas”.
Deduzco de éste y de otros de sus artículos publicados que es misión del educador…, (del país educador, más bien…), preparar a la persona desde los fundamentos de lo que es esa tierra, para que en el futuro esos educados puedan proseguir patrocinando (desde el gobierno que ellos mismos formen) el que esa misma manera de educar avance a la vez que lo hace la patria.
Analiza Martí el funcionamiento de las universidades modernas más avanzadas en la metodología educacional, en donde se enseña para la vida. Estudia a fondo la preparación universitaria en Cornel, Harvard, Yale, Columbia, Princeton, Williams Clark…
Se queda prendado de muchos de los avances que producen las buenas universidades, con alumnos que proceden de una educación infantil avanzada. Martí desea que la juventud latinoamericana sea educada para producir el progreso necesario en sus repúblicas.
Propone implantar una enseñanza “científica”, que vaya planificada desde la primaria hasta la finalización de sus estudios universitarios. Desea cátedras de salud, de higiene, enseñar a cuidar el cuerpo, que las nuevas generaciones aprendan la naturaleza de la tierra, que conozcan sus cultivos, sus climas.
Quiere acabar con el aprendizaje memorístico por considerarlo inútil para el desarrollo de la persona, puesto que considera que el escaso uso del cerebro deductivo lleva a su atrofia y al retroceso del individuo y de los pueblos. Propone menos teoría y muchísima más práctica. Les recuerdo que son pensamientos y escritos del siglo XIX. A mí, aceptando estas ideas de Martí, se me ocurren dos ejemplos reales, vividos durante mi etapa de bachillerato, en la segunda mitad del siglo XX. Pondré estos dos sencillos ejemplos para que se vea cuánta razón tenía y qué poco se ha avanzado en nuestra “modernísima” España.
Había en mi juventud un típico problema físico-matemático para chicos de unos 14 años: Un vehículo sale del punto A hacia el punto B a las diez y cuarto a una velocidad constante de 60 km/h.
Quince minutos más tarde sale otro vehículo en sentido contrario desde el punto B, a una velocidad constante de 80 km/h. ¿A qué hora se encontrarán si la distancia entre ambos puntos es de 400 km? Resulta que se encontrarán a las 13 y cuarto, tras haber recorrido 180 km el primer vehículo y 220 km el segundo.
¿Para qué me ha servido saber resolver ese tipo de ejercicios si dos años más tarde me he de poner a trabajar de camarero en un restaurante?
Mi segundo ejemplo va a propósito del oficio de camarero o de cualquier otro relacionado con los servicios de la hostelería.
Durante mi bachillerato estudié francés a lo largo de seis cursos.
Acabé sabiéndome los verbos irregulares mejor que los propios franceses… Nos hacían estudiar esa gramática hasta la extenuación, e incluso nos teníamos que aprender de memoria, en francés, la vida y obras de sus escritores más importantes. También nos enseñaron a leer bastante correctamente el francés, pero…, pero tras seis cursos de francés éramos incapaces de mantener una mínima conversación con un francés. Creo que hoy eso ha cambiado algo y para bien.
Martí proponía una educación práctica, útil en todos los aspectos.
La enseñanza, según él, debe priorizar la preparación del niño y del joven para la vida. La educación le debe proporcionar armas para defenderse y para luchar porque el mundo así lo exige.
¿Cuántos jóvenes acaban a los 22 o 23 años una carrera universitaria y no tienen ni idea práctica de lo que han estudiado, y no saben cómo se funciona en una empresa ni cuál es la realidad?
A veces, muchas veces, casi siempre, a un recién licenciado arquitecto… es el albañil quien le explica cómo hacer o utilizar el hormigón y qué características de ese hormigón se precisan para cada uso. A este respecto, les cuento una anécdota real. Sucedió en una de las empresas de la construcción en donde trabajé. En cierta ocasión, el arquitecto (con bastante experiencia y conocimientos) y director de la propia empresa visitó una de sus obras, y al ver a uno de los albañiles (que por cierto era veterano y gran profesional) se dirigió a él y comenzó a explicarle cómo hacer algo.
El albañil, tal vez poco respetuoso, le respondió: “Jefe, si usted, que es arquitecto, me tiene que explicar mi trabajo, será mejor que contrate a uno que no sepa. Usted métase en sus asuntos, y si no le gusta lo que hago, dígamelo y me voy”.
Buscaba implantar Martí una enseñanza de manera científica y práctica para la vida, y no para formar a petimetres intelectualoides de salón.
El libro cuenta con sabrosísimos comentarios de la autora, Elsa Vega. Les dejo dos de sus reflexiones en apoyo de las tesis educacionales de José Martí.
En la primera nos dice Elsa, y la cito literalmente: “Hasta nuestros días, hay países que no consideran la educación como una «inversión», sino como un «gasto»”.
En la segunda reflexión Elsa indica que aún hoy se obliga al niño a estudiar el texto de una persona específica y a repetirlo como un papagayo, tildando estas prácticas de mercantilismo y de escolasticismo ya que, según ella y Martí eso es un freno a la inteligencia.
Lo contrario, la educación científica, la correcta, sería rechazada por el poder establecido porque, en palabras del propio Martí… “Así, es verdad, no ganan fanáticos las iglesias ni los partidos, pero la patria se cimenta sobre un único sostén: los hombres de pensamiento propio”.
Decía yo casi al principio que Martí no era partidario del adoctrinamiento, no quería que el pueblo americano fuese como rebaño de mansas ovejas. Él quería repúblicas de personas libres de pensamiento propio, remando en provecho de todos y de la patria.
No son redactados sus pensamientos con un lenguaje duro, militar o panfletero, sino más bien todo lo contrario. Como muestra les copio textualmente cómo nos explica una de sus ideas: “…
Nadie que tenga ojos en la mente nos acusará de inmorales ni de irreligiosos: se ha mudado de templo, y el de ahora es la naturaleza, donde los árboles cantan y hacen de turíbulo con su vapor y sus aromas, cuando la luz oficia de sacerdote en el cielo: se ha ensanchado el templo porque la religión nueva, que a todos comprende y reúne, no cabe en el templo de una religión sola…”. No son diatribas populistas, parece más que sean estrofas con magníficos versos y ajustadas metáforas. Exquisito su lenguaje.
Sólo por eso ya valdría la pena comprar y leer este libro.
Vuelvo a lo que antes comenté de lo que aprendió Martí de algunas instituciones educativas, y se ve que caló hondo en su mentalidad uno de los lemas de la universidad de Clark, en Massachusetts, que dice así: “El mundo en su orden, la vida en su plenitud y la ciencia a sus aplicaciones”.
Tal vez parte de la teoría educacional de Martí se pueda resumir en uno de sus poemas más hermosos:
Cultivo una rosa blanca
Cultivo una rosa blanca
en junio como en enero
para el amigo sincero
que me da su mano franca.
Y para el cruel que me arranca
el corazón con que vivo,
cardo ni ortiga cultivo;
cultivo la rosa blanca.
Nos aclara Martí: “Ser bueno es el único modo de ser dichoso. Ser culto es el único modo de ser libre. Pero en lo común de la naturaleza humana, se necesita ser próspero para ser bueno”.
Cuando Martí pretende establecer maestros ambulantes en las tierras iberoamericanas, nos explica que los campesinos no pueden dejar su trabajo para viajar tantas millas a ver figuras geométricas incomprensibles o para aprender los cabos y golfos de África o para declinar adjetivos en latín. Explica que las ciudades son la mente de las naciones, pero que su corazón, (donde se agolpa y de donde se reparte la sangre), está en los campos. Los hombres son todavía máquinas de comer y relicarios de preocupaciones.
Afirma luego que es necesario hacer de cada hombre una antorcha. ¡Qué júbilo para el campesino cuando viesen llegar, de tiempo en tiempo, al hombre bueno que les enseña lo que no saben… De vez en cuando no se hablaría de crías y de cosechas, sino de lo que el maestro ambulante enseñó, de la máquina curiosa que trajo, de lo bueno y grande que es ese maestro. No se podrían impartir cursos dilatados, pero sí que se conseguiría implantar ideas gérmenes para abrir el apetito del saber e instalar el ímpetu necesario para acercarse a la sabiduría. Tales maestros ambulantes no serían pedagogos, sino conversadores, gente instruida que fuera respondiendo a las dudas que los ignorantes les presentasen.
Remata el denso e importante capítulo IV Elsa Vega, la autora de este estupendo libro, haciendo un maravilloso análisis y sinopsis de algunas bases educacionales de José Martí, tal vez como consecuencia de las experiencias negativas que él mismo padeció.
Los nuevos métodos deberían formar creadores, pensadores y actuantes, con criterios propios capaces de solucionar los problemas prácticos de la sociedad.
Elsa Vega lo resume en ocho o diez párrafos, que yo trataré de esquematizar algo más:
1) Rechazo al memorismo o psitacismo (esta palabra procede del griego y significa papagayo).
2) Utilizar la enseñanza experimental a través de la investigación.
3) Apropiarse del conocimiento teniendo muy en cuenta la experiencia personal.
4) La enseñanza es una obra de infinito amor, por lo que no se debe utilizar el castigo corporal.
5) Necesidad de un dominio de la lengua materna y aprendizaje de alguna lengua extranjera moderna. Para mí, y disculpen que dé una opinión personal usando términos informáticos actuales, la lengua propia es una de las dos patas fundamentales del sistema operativo que se instala en el cerebro virgen del niño, a través del que va a ver y a analizar su acontecer vital. Según nos indica Elsa Vega, para Martí: “La lengua es el producto y la forma, en voces, de una nación”. Lo repito: “La lengua es el producto y la forma, en voces, de una nación”.
6) Introducir contenidos científicos desde el nivel elemental hasta el universitario.
7) Necesidad de una educación laica.
8) Impedir que el proceso de aprendizaje sea un acto mecánico desprovisto de motivaciones activas.
9) Enseñar a criticar, valorar, y tener criterios propios mediante un razonamiento lógico.
10) Apropiación del conocimiento, llegando a la asimilación en el sentido de que la sabiduría adquirida forma parte de nuestra propia esencia interna, y no como un disco duro externo al que le extraemos datos.
Concluye Elsa sus reflexiones resumidas sobre las ideas de Martí diciéndonos que ése continúa siendo el reto para un alto porcentaje de los llamados “educadores”.
Supo anticiparse a muchas conquistas de la pedagogía moderna.
Puso de relieve en sus escritos una casi obsesiva preocupación por las normas de justicia y dignidad humanas, que debían cultivarse en el niño desde su más tierna edad.
Nos insiste la autora de este libro que en nuestro bien ponderado educador cubano puede apreciarse la preocupación por llevar a sus estudiantes lo más novedoso de las ciencias con un marcado nivel de actualización.
Su educación democrática y popular, partiendo de que es a la vez un derecho y un deber de todos, se asienta sobre los siguientes puntos:
1) Instrucción es diferente que educación. La primera se refiere al pensamiento, y la segunda a los sentimientos.
2) Educación popular se refiere tanto a la clase social pobre como a las otras.
3) Quien más sabe, más vale, pues saber es tener.
4) El pueblo más feliz es el que tenga más educación e instrucción para sus hijos.
5) Todo nacido tiene el derecho de ser educado, y más adelante el deber de contribuir a la educación de los demás.
6) A un pueblo ignorante se le puede hacer servil.
Nos indica Elsa Vega en el capítulo VII que en la historia de la educación la primera referencia a su vinculación con el trabajo se remonta al siglo V antes de nuestra era, y que fue hecha por Confucio. Entre los defensores de esta idea se encuentra al ciento por cien José Martí, ya que pretendía formar mentalidades de productores porque concebía el trabajo como fuente de riqueza espiritual, social y moral.
Acabo expresando la idea que considero el eje central de José Martí: La educación debe dotar a la persona de las armas imprescindibles para poder vivir con dignidad.
Muchas gracias por vuestra atención.