La Universidad de la Habana comparte una tarde con Domingo Corujo durante su estancia en Cuba.
Por Javier López Fernández
La Habana (26 de marzo de 2018) La Universidad de la Habana arribó a sus 290 años de fundación recientemente. A esta edad es obvio que posee una cultura de excelencia que coexiste con múltiples factores de influencias en el plano internacional y nacional, por ello demanda constantemente recursos e inteligencia para desarrollarse.
Bajo estas condiciones se proyecta al futuro como una institución que profundiza en los procesos académicos y científicos. Sus profesores, investigadores, directivos y personal no docente, conjuntamente con los estudiantes, se implican para que continúe siendo de calidad, innovadora, moderna, humanista, universalizada, científica, tecnológica, integrada a la sociedad y profundamente comprometida con la construcción de un sistema social próspero y sostenible.
Viviendo esta realidad de constante esfuerzo, fue invitado el concertista Domingo Corujo Tejera a compartir su música con los trabajadores de una de sus instancias, el Centro de Estudio para el Perfeccionamiento de la Educación Superior (CEPES) http://intranet.uh.cu/enlaces/centros.
En un ambiente diáfano y de total atención, rodeado por un grupo considerable de académicos compartió sus experiencias como músico e investigador de la Guitarra de Cola, contexto muy cercano dado a que la totalidad de los presentes son investigadores en el ejercicio tácito de su profesión.
Al concluir el acto de profundo carácter cultural realizó un recorrido por la histórica Colina universitaria a través de sus emblemáticos edificios guiado por la Profesora de Patrimonio Belkis Y. Zulueta Morciego, quien además es coordinadora para Cuba de la Red Educación Ciencia y Cultura.
Especial connotación tuvo la entrada de Corujo al Aula Magna, ante todo por el valor patrimonial de la exquisita construcción y de las obras que atesora; en segundo término, porque la significativa acústica del espacio fue aprovechada para interpretar con maestría “Folía Canaria” en privado, patentizando de esta forma las cualidades sonoras del instrumento en salas de grandes dimensiones. Así los delicados acordes envolvieron, a través de la simpatía de ondas que genera, los vetustos muros, las emblemáticas pinturas de Armando Menocal y otras obras de arte allí conservadas. Con la música esparcida en el espacio se acrecentó la solemnidad del lugar que guarda celosamente los restos mortales del presbítero Félix Varela y la mascarilla mortuoria del líder estudiantil Julio Antonio Mella.
La tarde se extendió a través de las demás instalaciones de la UH y acompañó a Domingo Corujo de forma natural hasta el final del recorrido frente al Alma Mater ubicada en la parte superior de la nonagenaria escalinata que da acceso a las instalaciones. El músico agradecido ofreció su mejor sonrisa como tributo a los que se han formado y forman como profesionales en estas instalaciones.
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