Madre Canarias
Por Orestes Martí y Fernando Alemán
Nos encontramos actualizando el material para un próximo libro sobre Silvio Rodríguez Domínguez (“Silvio: de dónde hay un río”) cuyos datos iniciales fueron publicados en el libro “Ariguanabo: Historia, música y poesía”, que forma parte de la trilogía “Nuestros abuelos canarios”. Inicialmente publicado de manera independiente en la plataforma Calameo, formará parte -con el mismo nombre- de los materiales que se pondrán a disposición de los participantes en la Ruta Internacional Martiana, muy especialmente en el segmento correspondiente a la Isla de La Palma.
En ese proceso de “actualización”, hemos encontrado algunos materiales -con diversas opiniones y “visiones”- que no esperaremos por la edición final y vamos a compartir de inmediato puesto que se vinculan estrechamente con dos personalidades muy destacadas del “otro archipiélago” que algunos autores llamaron “la octava isla”.
Al mismo tiempo, constituye un recordatorio para quienes pretenden olvidar no sólo los lazos históricos entre ambos archipiélagos sino brindar una imagen distorsionada de Cuba y sustituir la necesaria cooperación estratégica por limitadas acciones de carácter asistencial.
Fidel Castro: “Para nosotros los únicos isleños en el mundo son los canarios”
Diario de Avisos (Publicado el 27/11/2016)
El líder de la Revolución escribió el prólogo del libro ‘Cuba en Canarias; Casanova, el amigo isleño de Fidel Castro’, que reproducimos, donde destaca el “sentido del honor” de los emigrantes insulares
“Querido Paco: No tengo idea de si estas líneas llegarán a tiempo para el libro, o si quedarán en tu archivo. El trabajo de estos meses tan tensos me impidió responder antes, como habría querido, a tu solicitud. Ahora, al fin, he podido ver el libro, que me parece un homenaje muy justo a ti, a tu vida, a todo lo que has hecho y haces por la amistad entre Canarias y Cuba; y también, desde luego, una síntesis lograda de los estrechos vínculos históricos que unen a nuestros pueblos.
“A todos nos ocurre, por lo visto, que al llegar a cierto momento sentimos la necesidad de mirar atrás y poner al día nuestras cuentas: qué hemos logrado, qué nos falta. Cuando ese instante llega, vemos que de todo lo que más satisfacción nos proporciona es aquello a lo que nos hemos dedicado con verdadera generosidad y desinterés.
“Tu caso -apoyo indeclinable a la Revolución desde los días del Moncada hasta hoy- es un ejemplo singular. Podría decir incluso que es una muestra de tenacidad y firmeza de criterio muy “isleña”. Pero es, sobre todo, una expresión de sentimientos y tradiciones que se fueron labrando a lo largo de siglos, y están hondamente arraigados en la memoria histórica de nuestros pueblos.
No sé si alguna vez te habrás preguntado el porqué los cubanos, siendo como somos isleños, jamás nos hemos dado ese título (…). La respuesta es que para nosotros los únicos “isleños” en el mundo son los canarios.
“Cuando Cuba era colonia de España, y Canarias estaba considerada parte de la metrópoli, nunca se les ocurrió a los cubanos incluir a los canarios entre sus dominadores. El canario fue por excelencia el más humilde de los inmigrantes. Él no marchó a Cuba en plan de opresor o de explotador. Vino a trabajar y a luchar a nuestro lado, ayudó a forjar el país con su laboriosidad proverbial, sufrió con nosotros, combatió, creó una familia, y se dignificó también al fin, junto a todo el pueblo, en la patria libre y revolucionaria de hoy. Es más, hizo un aporte muy valioso al carácter del cubano.
“Como tú bien recuerdas, un día tuvimos la oportunidad de conversar sobre lo mucho que debemos los cubanos a la influencia moral isleña. De los canarios heredó nuestro campesinado, principalmente, su seriedad, su honradez, su sentido del honor, y también su rebeldía. Todavía hoy, en nuestras tareas actuales, esos valores nos ayudan a librar y a ganar batallas de importancia. Siempre he creído -y más lo creo en la actualidad- que la hermandad entre Canarias y Cuba no solo tiene un pasado grande, sino también un gran futuro. En esa misma medida, tu labor de acercamiento y de comunicación entre ambos pueblos se proyecta hacia el porvenir. Puedes seguir contando, como siempre, con todo el calor y el aliento de tus amigos cubanos.
“P.D: Me olvidé mencionarte que por parte de mi madre llevo con honor un porcentaje de sangre “isleña”.
La identidad canaria recreada por Martí.
Bienmesabe, Martes, 10 de Enero de 2012
Manuel Hernández González
Para Martí, como para el conjunto del pensamiento emancipador cubano y para el concepto de la identidad isleña en Cuba que subyace en la visión criolla, los canarios son un pueblo criollo ultramarino conquistado por los españoles. Una idea que también se expresó en la América colonial y la independencia venezolana.
Hijo de la isleña Leonor Pérez, Martí tiene desde su infancia una idea clara de la identidad isleña, que refleja incluso en obras emblemáticas como La Edad de oro. En ella dice que los isleños de Canarias, que son gente de mucha fuerza, creen que el palo no es invención del inglés, sino de las islas: y si que es cosa de verse un isleño jugando al palo y haciendo el molinete. Lo mismo que el luchar que en las Canarias les enseñan a los niños en las escuelas. Y la danza del palo encintado; que es un baile muy difícil en que cada hombre tiene una cita de color y la va trenzando y destrenzando alrededor del palo, haciendo lazos y figuras graciosas, sin equivocarse nunca. Perfecto conocimiento del juego del palo, la lucha canaria y la danza de las cintas al son del ancestral tajaraste de resonancia aborigen, bailado al son del tambor, la castañuela y la flauta que delatan su perfecto conocimiento de esa canariedad con la que convivió desde su más tierna niñez en los brazos de su madre. Muchos años más tarde, en la Isla de Mujeres, en la costa del Yucatán, relata que debe ese nombre a los pescadores canarios que van a las Antillas por aquel mar a hacer su pesca. Apunta que fuera acaso por las timoratas familias yucatecas que emigraron en tiempos de las revueltas indígenas, entre cuyas sencillas doncellas no tardan en hallar los pescadores leales y fáciles esposas. Esta referencia le retrae a una de las actividades con las que fueron conocidos. Desde las aguas de Florida o del Yucatán abastecían a La Habana de pescado fresco.
Para Martí, como para el conjunto del pensamiento emancipador cubano y para el concepto de la identidad isleña en Cuba que subyace en la visión criolla, los canarios son un pueblo criollo ultramarino conquistado por los españoles. Una idea que también se expresó en la América colonial y la independencia venezolana. Por eso Bolívar en la Guerra a Muerte diferenció entre españoles y canarios y La Gran Colombia planteó en el Congreso de Panamá de 1826 la emancipación de las Islas4.
El Apóstol en su Discurso del Liceo Cubano de Tampa de 26 de noviembre de 1891, cuando habla sobre los españoles no incluye para nada a los canarios por esa concepción diferencial. Pormenoriza las diversas regiones, incluso la de su padre, pero no incluye la materna: ¿Temer al español liberal y bueno, a mi padre valenciano, a mi fiador montañés, el gaditano que me velaba el sueño febril, al catalán que juraba y votaba porque no quería el criollo huir con sus vestidos, el malagueño que sacaba en sus espaldas del hospital al cubano impotente, al gallego que muere en la nieve extranjera, al volver de dejar el pan del mes en la casa del general en jefe de la guerra cubana?.
Un año más tarde en el artículo de Patria ya citado que dedica a Montesino y al conjunto de los isleños precisa ese concepto diferencial de la identidad isleña. Para él, como para el conjunto de los cubanos partidarios de la emancipación, el canario es un criollo y las Islas una colonia. De ahí que proyecte en América su idea de la libertad que no se atreve a proyectar en su tierra: No es raro que el hijo de las Canarias, mal gobernado por el español, ame y procure en las colonias de España la independencia que por razón de cercanía, variedad de orígenes y falta de fin bastante, no intenta en sus islas propias. Es notable su paralelismo con el enarbolado 5 años después por El Guanche de Secundino Delgado desde Caracas en su retrato del campesino canario: Míseras viven, sin el regalo y alegría con que pudieran, las poéticas Canarias; y no cría bajo el español aquella volcánica naturaleza más que campesinos que no tienen donde emplear su fuerza y honradez y un melancólico señorío, que prefieren las mansas costumbres de su terruño a la mendicidad y zozobras de la ingrata corte. ¿Qué ha de hacer, cuando ve mundo libre, un isleño que padece del dolor de hombre, que no tiene en su tierra nativa donde alzar la cabeza, ni donde tender los brazos?.
Sin embargo se da un avance cualitativo que tiene que ver con su percepción en Venezuela. En el país del Orinoco diría sobre ellos: hay isleños, nativos de las Islas Canarias, una posesión española, hombres rutinarios, de poco alcance mental, de mano pesada, preocupados y mezquinos. Crían cabras y venden su leche. Cultivan el maíz. Esa opinión distaba bien poco de la que hemos visto del Capitán General Valdés en Cuba, pero está marcada por su impresión de su papel en las contiendas venezolanas, como la Guerra Federal, en la que apoyaron a los conservadores, o en la Emancipadora, en la que fueron mayoritariamente partidarios de la contrarrevolución. De ahí que reflexione algo bien perspicaz: Del bien raíz suele enamorarse el hombre que ha nacido en la angustia del pan y cultivó desde niño con sus manos la mazorca que le había de entretener el hambre robusta; por lo que ha salido el isleño común, mientras no se le despierta su propia idea confusa de libertad, atacar más que auxiliar a los hijos de América, en quienes el gobernante astuto les pintaba el enemigo de su bien raíz.
Su cambio de posición se trasmite precisamente cuando se siente vejado por el poder establecido en la tierra que cultiva o en sus seres amados. Esa misma rebeldía que en Venezuela proyectaba contra la oligarquía mantuana se transformaba en los campos de Cuba contra el yugo colonial. Identidad y amor son bases sobre las que proyecta el hijo de una isleña su discurso sobre su adhesión a la causa emancipadora: Pero no hay valla al valor del isleño, ni a su fidelidad, ni a su constancia, cuando siente en su misma persona, o en los que ama, maltratada la justicia o que ama sordamente, o cuando le llena de cólera noble la quietud de sus paisanos. ¿Quién que peleó en Cuba, dondequiera que pelease, no recuerda a un héroe isleño? ¿Quién, de paso por las islas, no ha oído con tristeza la confesión de aquella juventud melancólica? Oprimidos como nosotros, los isleños nos aman. Nosotros, agradecidos, los amamos.
Información relacionada:
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√ RSI Martianos en MEDIUM.
√ Canarias-Cuba. Algunas precisiones genealógicas de José Martí
Orestes Martí. Las Palmas de Gran Canaria. 2010–10–17