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5 min readOct 15, 2022
Foto: Canarias Semanal

Martianos. Hablamos de Historia de Canarias y de América. Ponencia (II).
Por Orestes Martí y Fernando Alemán

De la ponencia de la Maestra en Ciencias Elsa Vega Jiménez, Vicepresidenta de la Red Social Integrada Martianos y Coordinadora General de la RST Martianos de Canarias, su trabajo sobre María de Guía Miranda Ribero.

“MARÍA DE GUÍA MIRANDA RIBERO (Gran Canaria 1837- ¿?).
“Poco se conoce de su trayectoria en Gran Canaria. Y en Cuba nos ha resultado imposible encontrar la fecha de su muerte. Por la partida de bautismo facilitada por la Iglesia de Guía, y que agradecemos de corazón al señor que tan amablemente nos la facilitó, sabemos que nació el 5 de mayo de 1837 y fue bautizada el 10 del mismo mes en la Parroquia de Guía, hija de Vicente Miranda y de María del Pilar Ribero. Sus abuelos maternos Juan Rivero y Josefa de Aguiar y paternos Bernardo Miranda y Petronila Díaz. Oficia como madrina: Josefa Pérez. Miembro de una familia numerosa. Es pequeña cuando queda huérfana de padre, el triste hecho agrava la situación económica familiar.

En esa época, debido a su escaso desarrollo, poco ofrece Guía a sus vecinos tanto en el orden material como en el cultural. Emigrar hacia América era una opción que muchos canarios de todas las islas, tanto solos como familias, se aventuraban a emprender. Viajar a lo desconocido en la búsqueda de una mejor calidad de vida. En agosto de 1858 su hermano Miguel solicita autorización de la madre y de las autoridades competentes para viajar a Cuba.
“Realiza los trámites de rigor, obtiene todos los permisos familiares y de las autoridades competentes, y se hace acompañar en esa aventura de la hermana María. Llama nuestra atención un dato muy curioso que aparece en la documentación consultada, por la repercusión que tendrá más tarde. La madre firma los documentos necesarios para el trámite del viaje porque María se declara analfabeta.

Los hermanos fijan residencia en La Habana. Cuando la situación económica lo permitió reclamaron a los familiares que quedaron en Gran Canaria. La madre y el resto de los hermanos se les reúnen en la capital del país. Más tarde se trasladan a vivir en Matanzas.

Matanza. La Atenas de Cuba

Esta ciudad, por su desarrollo cultural y su empuje económico, era llamada la Atenas de Cuba. María estableció relaciones amistosas con personalidades influyentes residentes en la ciudad.
Una costumbre canaria en Cuba digna de elogio era cooperar con los compatriotas recién llegados, y en esta ciudad había muchas familias isleñas. Los canarios hicieron suyo el asociacionismo y crearon diversas instituciones para ayudarse y mantener vivo el amor por las islas donde habían nacido, y habían dejado atrás.
María de Guía Miranda Rivero fue una mujer de fuerte carácter. Se conoce por su expediente académico que, en 1886, matricula en la Universidad de La Habana. De acuerdo con las costumbres de la época, en una sociedad patriarcal, donde el alumnado era casi exclusivo del sexo masculino, la Universidad, que ya era Real y Literaria, da un paso de avance, abre cátedra para permitir el acceso a las mujeres a estudios superiores. En este caso, hombres canarios matriculados como alumnos o trabajando como profesores en dicho centro, son varios, pero María de Guía Miranda Ribero es la sola mujer canaria que aparece en el registro de estudiantes en la única institución en Cuba donde se realizan estudios superiores durante el siglo XIX.
Por los documentos que obran en su expediente académico se sabe que tenía 49 años cuando accedió a los estudios universitarios. Logró cumplimentar todos los requerimientos, que no eran pocos y bastante rigurosos, a la sazón bastante elitistas y prácticamente nula presencia femenina en el alumnado. Su fuerza
interior y su deseo de superación son dignos de admirar porque cercana a los cincuenta años, y residiendo en otra provincia, para estudiar debía desplazarse más de cien kilómetros, en condiciones difíciles para el traslado, pero eso no fue óbice para que lograra su objetivo.
Presentó documentos de varias personas y personalidades como avales de su decencia y buenas costumbres. Fueron sus avalistas en esta empresa cultural funcionarios del Ayuntamiento de Matanzas.

Aparece, por ejemplo, el de Antonio Serra y Longost, alcalde del Cuarto distrito, Segundo Barrio de la ciudad de Matanzas en que se da fe de la decencia y buenas costumbres de la referida mujer. Este aspecto resulta interesante porque prácticamente siempre, quien daba el hago constar de las condiciones morales y comportamientos sociales de quien desease matricular en la universidad era el sacerdote de la iglesia a que concurría el interesado. ¿Será que ella no era católica práctica?
También consta la certificación del prestigioso Doctor en Medicina y Cirugía Manuel Zambrana Navia, galeno, perteneciente a una de las más representativas familias del país en el orden cultural, que realizó una ingente labor para erradicar la epidemia de fiebre amarilla en las décadas finales del siglo XIX en Cuba, y en particular en Matanzas, se compromete con el asesoramiento de María durante el tiempo que duren sus estudios. O sea, un médico de reconocidos saberes le sirvió de tutor, así se garantizó la mejor preparación.
La matrícula se oficializa el 6 de abril de 1886. El 1 de abril de 1889 solicita el examen de rigor previo pago de una de las más altas tasas exigidas por la universidad: 100 pesos oro de derechos. El 28 de agosto de 1889 se le expide el correspondiente título universitario de comadrona. Dedicó tres años a los estudios, por tanto, obtuvo su título con 52 años. Merece nuestro reconocimiento.
Con la culminación de los estudios y la obtención de su título de comadrona en un centro elitista, casi exclusivo para hombres en posesión de recursos pecuniarios, se inscribe entre las mujeres que rompen estereotipos y derriban barreras con las que las sociedades intentan mantenerlas en las limitantes paredes de una casa, dedicada a labores domésticas. Los datos que hemos podido obtener hablan de su inteligencia y voluntad.
Al principio llamamos la atención en el dato de que al abandonar Gran Canaria se declara analfabeta.
Mucha debe haber sido su dedicación al estudio, su tesón y su empeño para adquirir conocimientos e incorporarse a la sociedad en plenitud de derechos, sin representar una carga, cuando, sin haber tenido acceso a la educación durante la niñez y la juventud, años más tarde, en Cuba, se convierte en ejemplo para las mujeres nativas o inmigrantes, porque, aun viviendo en otra provincia, lejos de la universidad, ya cercana a cumplir medio siglo, y conociendo el carácter patriarcal de la institución, se atreve a moverse en ese medio estudiantil, y demostrar que cuando hay voluntad de hacer, interés y motivaciones, los obstáculos se convierten en fortalezas.
Con este trabajo pagamos a María Miranda Ribero, de Guía, en Gáldar, una deuda de desmemoria. Es digna acreedora de ser considerarla ejemplo de oriunda del archipiélago canario al ser pionera con título universitario en Cuba.

Información relacionada:

La historia de sacrificio y empeño de María de Guía Miranda Ribero
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