Serie José Martí en el 168 aniversario
(VI) José Martí y su obra, desde otras visiones.
Por Orestes Martí.
Seguimos avanzando en esta serie y hoy les ofrecemos un interesante y documentado trabajo de la Maestra Elsa Vega Jiménez, destacada escritora cubana afincada en la Comunidad Autónoma de Canarias -donde coordina la Red Social Territorial de Martianos, al tiempo que ejerce la Coordinación General de la Red Social Integrada de Educación y Cultura-, profunda conocedora de la vida del Héroe Nacional de Cuba.
En esta oportunidad, publicamos un trabajo inédito de la Maestra Vega Jiménez, titulado “José Martí y las lenguas extranjeras”
Antecedentes.
Es sabido que en los planes de estudio de los colegios -primarios y medios- así como de las universidades -por lo general, la lengua es una asignatura más, a veces con unas cuantas horas-clase como para enseñar los niveles elementales de comunicación oral y escrita, y en el caso de las lenguas muertas, se dan elementos de traducción, pero nunca permiten un dominio total de los cuatro aspectos de la lengua, porque para ello serían necesarias muchas horas de adquisición teórica de conocimientos y no pocas de práctica, sobre todo en el medio.
El análisis de los planes de estudio de los planteles en que Martí estuvo matriculado en Cuba arroja que en el colegio privado primario San Anacleto, de Rafael Sixto Casado y Alayeto recibió clases de Inglés, Francés, Alemán e Italiano además de Griego y de Gramática Latina. En el colegio San Pablo, de Rafael María Mendive, donde cursó el primer año de bachillerato, estudió Inglés, Francés, Gramática Latina y Elementos de traducción de esa lengua. En el segundo y tercer años, en el Instituto, aparece inscripto en Rudimentos de la Lengua Griega. En la Universidad (Madrid y Zaragoza), España, cursa la Lengua Hebrea y también matricula Sánscrito.
En nuestras indagaciones estos son los únicos datos localizados acerca del aprendizaje que hiciera de idiomas extranjeros de forma académica. Cuatro lenguas clásicas y cuatro modernas, cursadas entre otras tantas materias que conformaban los currículos de los centros donde estudiaba.
Inicio en el empleo de lenguas vivas. Traducción simultánea y de mesa.
En Martí sorprende su dominio de varias lenguas modernas cuyo aprendizaje se inicia en San Anacleto, de los siete a los doce años. La primera experiencia en un medio anglófono corresponde a un momento en que era alumno de ese colegio, en 1863, porque acompaña a Don Mariano a Honduras Británica (hoy Belice). Cabe la posibilidad de que el padre se hiciera acompañar del hijo para beneficiarse de su conocimiento de la lengua inglesa. De ser este el caso, corresponde al colegio de Casado, del cual era matrícula desde 1860, haberle dado una enseñanza bastante completa que lo preparaba para la vida al propiciarle la iniciación en el terreno de la comprensión y la comunicación en una lengua extranjera.
Según testimonia Fermín Valdés Domínguez en las siguientes palabras, Martí frecuentaba su casa.
“Nos conocimos en el año 1864 en el colegio “San Anacleto” que dirigía en La Habana el laborioso e ilustrado educador Señor Rafael Sixto Casado. Éramos ya íntimos amigos, cuando fuimos al Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana, pero en el año 1867 nos unimos Martí y yo en el más leal afecto, y como hermanos, nos buscábamos en las horas de estudio, y en las aulas del colegio San Pablo….
Su pobreza y su talento eran íntimos lazos de afecto que amorosamente me ligaban al compañero noble y cariñoso. Era suya mi casa y mis libros, y cuanto tenía, y sus consejos y explicaciones me ayudaban en mis estudios…”
De los profesores de esa etapa recuerda Valdés Domínguez a:
Latín: Anselmo Suárez y Romero.
Griego: Claudio Vermay y José Ramón Cabello.
Inglés: Ambrosio Aparicio.
Gramática Castellana: Alejandro María López y Manuel Sellén.
Matemáticas: Roberto Escobar y José del Álamo y Millet.
Religión y Moral: Ramón Zambrana y el Presbítero Manuel Pina.
Literatura: Rafael María Mendive.
Francés: Enrique Sallés.
Otros: Antonio Govín Torres y Miguel Ventura.
Los Valdés Domínguez, (hijos adoptivos de un sacerdote) pertenecientes a una clase social alta, poseían riqueza espiritual, cultura vasta y una amplia biblioteca a la que Martí tenía acceso, dotada con libros escritos en las lenguas de Shakespeare y de Víctor Hugo, entre otros. Fermín da muestras de modestia, humildad, sencillez, además de respeto y admiración por Martí, al reconocer que las recomendaciones y consejos del pequeño Martí le ayudaban en sus estudios.
El que más tarde fuera iniciador del Modernismo, el renovador de la poesía en castellano y el traductor brillante que anidan en Martí, despuntan en fecha muy temprana.
Anunciando al poeta mayor que lleva dentro comenzó, en 1865, la ardua tarea de traducir “A Mistery”, de Lord Byron.
Audaz en su pre adolescencia, confiesa que aproximadamente con doce años intentó traducir “Hamlet”, aunque abandonó la empresa en la escena de los sepultureros, quinto acto, por parecerle indigno de un poeta hablar de ratones.
Tenía 12 o 13 años de edad y ya se atrevía no solo a intentar acercarse a Shakespeare, se da el lujo de hacerle una crítica abierta al no agradarle el léxico utilizado por aquel grande de las letras inglesas.
Estaba recién salido del colegio San Anacleto. No debe resultar extraño que se desenvuelva bien en la traducción oral y en la escrita. En este momento, el inglés que utilizaba era el aprendido en las clases de la escuela primaria. Según se ha podido constatar por fuentes de archivo, un aspecto que no debe pasarse por alto es que la traducción es un procedimiento metodológico empleado allí para enseñar tanto las lenguas muertas como las modernas.
En el caso de los clásicos se traducían, entre otros: “Las Bucólicas” de Virgilio, el “Libro de los tristes” de Ovidio, las “Fábulas” de Fedro, odas del Libro de los Versos de Horacio, para el francés los dos primeros libros de Telémaco, entre otros.
En Martí tal vez ese aprendizaje estaba reforzado por una buena dosis de autodidactismo, facilidad para el aprendizaje de las lenguas y uso de diccionarios. Cualquiera que sea la razón, la base de su atrevimiento está en que se siente fuerte en el dominio de la lengua de salida y también en la de llegada. Los giros, los matices, el ritmo, la cadencia, el léxico, la intención poética se corresponden con la edad y la preparación del traductor.
Otras experiencias.
Cuando se abre la Escuela Municipal Superior de Varones, en 1865, pasa a ser matrícula de ese centro del cual es director Rafael María Mendive. Este educador, en el discurso de apertura, plantea que imprimirá a su escuela de una orientación práctica con el fin de preparar a los alumnos de la clase pobre, para la vida.
En Mendive se dan el hombre de letras, el poeta, el traductor de Moore y de Hugo, el patriota y el maestro que educa con su ejemplo. Como el director del San Anacleto, también dominaba varias lenguas modernas.
Mendive pensó que el colegio Municipal de Varones, con su enfoque eminentemente práctico, adecuado para adolescentes con escasos recursos económicos y rendimiento intelectual promedio, no permitía un desarrollo adecuado de las capacidades intelectuales de Martí, y en 1866 este joven solicita matrícula en el Instituto de segunda enseñanza. El director, Antonio Bachiller y Morales, estaba entre los integrantes de la intelectualidad cubana del momento.
Cuando Mendive abre su propio colegio, “San Pablo”, lleva consigo a Martí, por supuesto, sabe del estado económico de la familia y lo exime de pagar las cuotas de matrícula y los gastos en que incurre un estudiante de un centro privado. Intuyó que en ese adolescente estaba el germen de un gran hombre.
Por el testimonio de Valdés Domínguez y por fuentes de archivo se sabe que en estos dos cursos también Martí recibió clases de Inglés y de Francés, además de Latín y Griego.
Profesional de la traducción
De nuevo nos habla de la utilización que hace del inglés cuando al llegar desterrado a España, en 1871, encuentra contrato para traducir de esa lengua “…textos cargados de voces técnicas”. Ya el trabajo como traductor le garantiza adquirir unas pesetas. Y según testimonia, (aunque pobre se impone la esencia del artista) utiliza parte del poco dinero que recibe en comprar un cuadro.
En cuanto al idioma francés, en fecha tan temprana como 1875, al llegar a México, traduce “Mes fils” de Víctor Hugo. El francés lo dominaba como si fuese la lengua vernácula.
Hasta aquí se ha abordado el aspecto relacionado con la traducción durante esa primera etapa de su vida.
En Estados Unidos hace crítica de arte para publicaciones periódicas de amplia difusión en la “lengua maciza” en que “Irving dibujó colores” y “Whitman amontona olas”. Para conocer a Martí, hay que leerlo, por esa razón, aunque bastante extenso su comentario acerca de la experiencia como traductor de Hugo, por la importancia de la información que ofrece, se reflejará íntegro. Este trabajo de 1875, con la carta a María Mantilla de 1895, son pruebas fehacientes del dominio que poseía en la metodología de la enseñanza de la traducción. Estos juicios acerca del arte (o la ciencia) de traducir mantienen vigencia hasta nuestros días.
Hay sencilleces que pesan como cargas, cuando los hombros que las han de soportar son flojos y estrechos; así para mi ahora, dulce y grave a la par, con la traducción de “Mes fils”, del poeta. Dulce en cuanto lo amo. Grave en la medida misma de este amor; que si él no fuera tan alto, mi amor no subiría a tanto para él.
Yo no había querido traducir a nadie nunca, por respeto, o por convicción, o por soberbia. La primera traducción que he hecho de alguna cosa ajena, en París acaba de ser, y fue una hermosa canción de Auguste Vacquérie, este carácter sereno y firme, esta inteligencia valerosa de que el mismo poeta habla en “Mis hijos”.- Él lo quiso, y yo traduje, y anduve ciertamente honrado en tener que traducir aquella vez.
Y ahora, he traducido con alegría, con orgullo, con verdadero amor. Estas páginas serenas me dominan; este sol me calienta; esta alma me habla. Ideas son fuerzas madres, que van y vienen, y se informan, y, siendo en si las mismas, allá esplenden como soles en las inteligencias levantadas, aquí iluminan con luz pálida en los ingenios suaves y tranquilos. Pero son ideas, y verdad, y fuerzas, y grandezas, y allí donde yo las hallo, yo me hallo; allí donde me admiran, yo las siento; y si se concentran todas las ideas altas en una nevadísima cabeza, o soy su hijo o soy su hermano, pero en aquella cabeza vivo yo.
En las estrecheces de una escuela, yo no vivo. Ser, es más que existir: grandeza es más que escuela. En literatura hay madre: el sentimiento; un padre, Dios, la fuerza creadora, el Zeus griego, el causa griego. De Zeus, Deus, Dios. De estos generadores, todo canta. A estos generadores, todo va. No hay romanticismo ni clasicismo, porque la literatura es una necedad si no es una belleza, y el concepto de la belleza puede ser relativo, pero la madre Belleza es siempre una. Yo no amo, pues, las estrecheces de una escuela, si no esta abstracción, esta revelación, este misticismo, esta soberbia con que las almas son análogas, y los mundos series, y la vida vidas, y todo es universal y potente, y todo es grave y majestuoso, y todo es sencillo como la luz y alto y deslumbrante como el Sol.
Y como todo esto vive, y brota todo notablemente de aquella cabeza universal, yo lo vi como a padre o como mío, y lo amé y lo traduje con placer.
La vida viril es todavía hermosa, cuando dentro de ella se es alguna vez niño; yo viví un instante en contento, yo tuve un momento una alegría pueril cuando supe que habría de traducir este libro grave y amado del poeta.
Yo lo habré traducido mal; pero al fin yo me he alegrado una vez bien.
Dificultades graves. Traducir es transcribir de un idioma a otro. Yo creo más, yo creo que traducir es transpensar; pero cuando Víctor Hugo piensa, y se traduce a Víctor Hugo, traducir es pensar como él, impensar, pensar en él. Caso grave. -El deber del traductor es conservar su propio idioma, y aquí es imposible, aquí es torpe, aquí es profanar. Víctor Hugo no escribe en francés: no puede traducírsele en español. Víctor Hugo escribe en Víctor Hugo:! qué cosa tan difícil traducirlo!
Yo anhelo escribir con toda la clara limpieza, y elegancia sabrosa, y giros gallardos del idioma español; pero cuando hay una inteligencia que va más allá de los idiomas, yo me voy tras ella, y bebo de ella, y si para traducirla he de afrancesarme, me olvido, me domino, la amo y me afranceso.
De otros, traducir es pensar en español lo que en su idioma ellos pensaron. De él, traducir es pensar en la mayor cantidad de castellano posible lo que él pensó, de la manera y en la forma en que lo pensó él, porque en Víctor Hugo la idea es una idea, y la forma otra. Su forma es una parte de su obra, y un verdadero pensamiento: puesto que él crea allí, o la traducción no sería una verdad, o en ella es preciso crear también. — Yo no lo he traducido, lo he copiado, — y creo que si no lo hubiera copiado, no lo hubiera traducido bien. He copiado sus escisiones, sus estructuras, sus repeticiones, su presunción, su ortografía. -Y si me he atrevido a variar la construcción de alguna frase, es que esta vez he creído que Víctor Hugo no puso en ella pensamiento especial, y el lenguaje nada añadía esta vez a la idea. — Y en todo, de él traduje frases e ideas. Traducir es estudiar, analizar, ahondar. Cavé en cuanto pude. — cave más quien sea más feliz y fuerte que yo.
Adoucissement:- endulzamiento. Pero no es esto lo que él ha querido decir. Endulzar, llevar a la dulzura; pero en español no se endulzan las almas, y en Víctor Hugo, sí. Sin embargo, el poeta es tan él esta vez, que ni el castellano me hubiera perdonado el endulzamiento, ni yo mismo me perdono haber dicho menos de lo que él quiso decir. Adoucissement, es mejoramiento; pero mejoramiento endulzando. — Salve la explicación lo que el castellano no ha podido salvar.
Esprit: Juicio claro. Insuperable dificultad. Siempre lo fue esta palabra francesa, encarnación del ser francés y en extremo exclusiva, y por esto, si entendida por los que entienden el carácter de la nación, pero no traducible para los que tienen distinto carácter nacional. Y aœn crece la dificultad esta vez. Esprit no significa en esta frase de Víctor Hugo lo que siempre se dijo con esprit. Esprit significó siempre brillantez imaginativa, talento ingenioso, talento elegante, vivo, acertado, fácil. Antes la esprit era una cualidad: aquí, Víctor Hugo lo transforma en una personalidad. No es el esprit que se tiene: es un esprit que se es. Más grave, más severo, más completo, más amplio. Ingenio se dice algunas veces, pero juicio tuvo a mis ojos mejores condiciones de sólida amplitud que ingenio. Y como esprit es claridad, yo dije: juicio claro. Esto no es todo: esto no es completo, esto no es cierto: pero es todo lo más cierto que en mi pude hallar. Más adelante lo traduzco: espíritu; pero allí no es la entidad juiciosa, es el germen esencial, el impalpable movedor, el pequeño Zeus, lo que vive de dios en cada hombre. Esta vez he quedado más contento.
Illumination: iluminamiento. Iluminación de espíritu. Ello es algo nuevo; pero esto quiso decir él.
Versement: vertimiento. Acción de verter. De ingerir en la melancolía la burla. Es más enérgico, más claro, más real que versión. Verter introduciendo: esto es más que verter.
Ecrasement: aplastamiento. Todos dirían destruir enemigos: él dice: aplastar enemigos, — porque los enemigos son esta vez los viles, y él sabe que a la vileza se la aplasta.
Parce qu’on est pour elle: porque para ella se es.- Es, de ser, que es más que existe, de existir. La existencia está contenida en la esencia. Ser es contante, poderoso, fijo. Existir es mudable, limitado, incierto.
Décorer: condecorar, premiar; pero esto en castellano encierra la idea material de condecoración, y en Víctor Hugo hubo la idea sarcástica de premio, pero no la de premio decorado.
Ce jeune homme est fait comme ces grands hommes: este hombre joven está hecho como estos grandes hombres. No se puede pasar sobre esta frase sin hacer notar cuán palpable resulta de ella la analogía de los dos idiomas.
Víctor Hugo pensó aquí con las dos formas de su pensamiento, la ideal y la formal, la ideal y la frase: -él quiso decir que su hijo tenía en si la naturaleza de los grandes hombres, y quiso, además embellecer, completar esta frase con la repetición enérgica de homme .- Por esto yo traduzco jeune homme , joven, por hombre joven .- Así yo también pude repetir hombres y dar completa y en su doble faz su frase hermosa.
Jalousie: avaricia celosa, jalousie es celos; pero esta vez Víctor Hugo hizo a los celos avaros. No es el amor exaltado que se angustia con la pérdida de su amor: no es el que posee que se aterra porque otro va a poseer; es la conciencia que quiere, no sólo que el patriotismo se cumpla, sino que el amor a la humanidad se cumpla también; es la conciencia ambiciosa; es la conciencia celosa; una mitad tiene celos e la otra mitad: toda la conciencia está ambiciosa de todo. Son celos, pues, pero celos avaros. Es avaricia, pues, pero avaricia celosa.
Y así todo, mar de luz, idea de ideas, síntesis de gérmenes, palabras madres.-
En estas dificultades, yo contento. En estas compañías, yo orgulloso.- Parece que la vida se vive algunas veces en la tierra: parece que cada vida muerta renace una vida que en esta misma atmósfera quizás se recomienza a vivir. Los que viven más, se acercan más- y como la luz está en el término más irradian y tienen sol, y esparcen claridad, y brotan luz. Y yo, que viví poco ¿cómo he de poder decir cuanto aquel que ha vivido más pensó? Porque yo cavo en los misterios de la vida; pero él ha cavado ¡oh, más, mucho más hondo que yo!
¡Cuán difícil saber cómo ha pensado!
Perdón pido, pues, humildemente por los errores que confieso, y perdón todavía porque yo me atrevo a creer que estos errores no lo son tanto. Es lícito anhelar las alturas de los pinos pero al lado del ciclópeo ahuehuete, sólo es lícito acogerse a su sombra.
Así yo ahora. El irradia; caliento de él mi espíritu; digo yo lo suyo; pudiera yo decirlo también como la universalidad de esa alma alta, amada y venerada y vivida en mí.1
1-Martí, José. Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975.t. 24, pp. 15–18.
Como se puede apreciar, es una clase práctica de metodología de la enseñanza de la traducción con plena vigencia, como el documento que a continuación se recoge.
De la Carta a María Mantilla, cuando estaba ya en peligro de ofrendar su vida en lucha por la independencia de la patria, por su extensión, solo se reflejará el fragmento en que aconseja a María Mantilla que traduzca del francés respetando la gramática y las especificidades de la lengua española. Esa epístola es una clase magistral de metodología de la traducción cuyas recomendaciones pueden ser útiles a traductores en la actualidad.
Un libro es L’Histoire Générale, un libro muy corto, donde está muy bien contada, y en lenguaje fácil y limpio, toda la historia del mundo, desde los tiempos más viejos, hasta lo que piensan e inventan hoy los hombres. Son 180 sus páginas: yo quiero que tú traduzcas, en invierno o en verano, una página por día; pero traducida de modo que la entiendas, y de que la puedan entender los demás, porque mi deseo es que este libro de historia quede puesto por ti en buen español, de manera que se pueda imprimir, como libro de vender, a la vez que te sirva, a Carmita y a ti, para entender, entero y corto, el movimiento del mundo, y poderlo enseñar. Tendrás, pues, que traducir el texto todo, con el resumen que va al fin de cada capítulo, y las preguntas que están al pie de cada página; pero como éstas son para ayudar al que lee a recordar lo que ha leído; y ayudar al maestro a preguntar, tú las traducirás de modo que al pie de cada página escrita sólo vayan las preguntas que corresponden a esa página. El resumen lo traduces al acabar cada capítulo. -La traducción ha de ser natural, para que parezca como si el libro hubiese sido escrito en la lengua a que lo traduces, -que en eso se conocen las buenas traducciones. En francés hay muchas palabras que no son necesarias en español. Se dice, -tú sabes-il est, cuando no hay él ninguno, sino para acompañar a es, porque en francés el verbo no va solo: y en español, la repetición de esas palabras de persona, -del yo y él y nosotros y ellos,-delante del verbo, ni es necesaria ni es graciosa. Es bueno que al mismo tiempo que traduzcas, -aunque no por supuesto a la misma hora, -leas un libro escrito en castellano útil y sencillo, para que tengas en el oído y en el pensamiento la lengua en que escribes. Yo no recuerdo, entre los que tú puedes tener a mano, ningún libro escrito en este español simple y puro. Yo quise escribir así en La Edad de Oro; para que los niños me entendiesen, y el lenguaje tuviera sentido y música. Tal vez debas leer, mientras estés traduciendo, La Edad de Oro.
El francés de “L’Histoire Générale” es conciso y directo, como yo quiero que sea el castellano de tu traducción; de modo que debes imitarlo al traducir, y procurar usar sus mismas palabras, excepto cuando el modo de decir francés, cuando la frase francesa, sea diferente en castellano. -Tengo, por ejemplo, en la página 19, en el párrafo nº 6, esta frase delante de mí: “Les Grecs ont les premiers cherché á se rendre compte des choses du monde”. -Por supuesto que no puedo traducir la frase así, palabra por palabra:-”Los Griegos han los primeros buscado a darse cuenta de las cosas del mundo”, -porque eso no tiene sentido en español. Yo traduciría: “Los griegos fueron los primeros que trataron de entender las cosas del mundo. “ Si digo: “Los griegos han tratado los primeros”, diré mal, porque no es español eso. Si sigo diciendo “de darse cuenta”, digo mal también, porque eso tampoco es español. Ve, pues, el cuidado con que hay que traducir, para que la traducción pueda entenderse y resulte elegante, -y para que el libro no quede, como tantos libros traducidos, en la misma lengua extraña en que estaba. -Y el libro te entretendrá, sobre todo cuando llegues a los tiempos en que vivieron los personajes de que hablan los versos y las óperas. Es imposible entender una ópera bien, -o la romanza de Hildegonda, por ejemplo, -si no se conocen los sucesos de la historia que la ópera cuenta, y si no se sabe quién es Hildegonda, y dónde y cuándo vivió, y qué hizo. -Tu música no es así, mi María; sino la música que entiende y siente. -Estudia, mi María; -trabaja, -y espérame.
Y cuando tengas bien traducida L’Histoire Générale, en letra clara, a renglones iguales y páginas de buen margen, nobles y limpias ¿Cómo no habrá quien imprima; -y venda para ti, venda para tu casa, -este texto claro y completo de la historia del hombre, mejor, y más atractivo y ameno, que todos los libros de enseñar historia que hay en castellano? La página al día, pues: mi hijita querida. Aprende de mí. Tengo la vida a un lado de la mesa, y la muerte a otro, y un pueblo a las espaldas: -y ve cuántas páginas te escribo…(2)
Cabo Haitiano, 9 de abril, 1895.
(2)-José Martí. “Carta a María Mantilla. 9 de abril de 1895. Obras Completas. Epistolario. Editorial de Ciencias Sociales La Habana, 1975. Tomo 5. Páginas 145–149.
En “La Edad de Oro” (Revista para niños, 1889), trajo con esmerada creatividad del inglés y del francés al español cuentos clásicos universales de la literatura para niños y los puso al alcance de los pequeños y jóvenes hispanohablantes que tenían acceso a la educación. Por ejemplo, el cuento clásico Pulgarcito, del francés Laboulaye, fue traducido como Meñique, dedo que en nuestro contexto tiene significado de pequeñez.
También en Estados Unidos tradujo, esta vez del inglés, tres obras pedagógicas: “Antigüedades griegas”, “Antigüedades romanas” y “Nociones de lógica”. La novela “Ramona”, de Helen Hunt Jackson, llevada por Martí al español es una depurada reelaboración del tema indio que tanto le apasionó siempre.
En sus teorizaciones sobre la traducción deja bien explícitos sus criterios acerca del deber que tiene el traductor de respetar lo fundamental del estilo del autor. Aunque “traducir es transcribir”, “traducir es transpensar”, para hacer que la lengua de llegada
aparezca en todo su esplendor, no es el traductor quien debe mostrarse sino quien concibió la idea, empleó el giro, seleccionó el vocablo preciso, escogió la estructura gramatical.
Las primeras nociones de lo que es traducción las tuvo Martí desde lo siete años al aprender latín, griego, inglés, francés, italiano y alemán, no solo por medio del análisis y de la síntesis sino también por la traducción.
En sus manos de niño estuvieron los libros escritos por Rafael Sixto Casado, en ellos se hacían constar las fuentes europeas de donde se habían tomado muchas de las informaciones que, traducidas, ponía al alcance de los alumnos.
La bibliografía consultada por Casado, en inglés y en francés, siempre con los contenidos más actualizados sobre la ciencia en cuestión, se reflejaba al final de cada texto publicado para dar mejor instrucción a sus matriculados, esos que luego serían quienes ocuparían los cargos públicos más importantes de la nación, porque casi todos eran los descendientes de la clase alta.
En abril de 1887, en carta a Fermín Valdés Domínguez, le comunica que está traduciendo del portugués y que algún día sabrá cómo y dónde lo aprendió, aspecto que deja en suspenso y que me ha resultado imposible desvelar.
Martí profesor de lenguas extranjeras.
En 1877–78, es profesor de Literatura Europea (francesa, inglesa, alemana e italiana) en la Escuela Normal de Guatemala.
En Venezuela, 1881, enseña Francés en el colegio Santa María, de Guillermo Tell Villegas.
El idioma alemán le resulta familiar y hace referencia a obras que conoció y leyó en esa lengua. La enseñanza de este idioma en algunas escuelas de Estados Unidos ocupó su atención. Se refirió críticamente al escaso número de horas clases, solo 66 en un año, destinadas a la enseñanza del alemán como lengua extranjera en ese país, porque esa exigua cifra impide su natural adquisición y pleno dominio.
Se preocupó porque el aprendizaje, en las primeras edades, responda a las especificidades de la lengua extranjera, esta no debe ser cercenada en sus rasgos pertinentes, porque para él: “La lengua es el producto y la forma en voces, de una nación”.
Martí sostenía que la escuela “ha de preparar al hombre para la vida” y el maestro, con independencia de la disciplina que explique, si quiere cumplir eficazmente su función social debe romper viejos esquemas metodológicos para insertar al estudiante en la sociedad moderna. Él, en su condición de profesor, fue paradigma.
En Estados Unidos, como profesor de Español como lengua extranjera creó una metodología humanista en la que se privilegiaban los intereses de los estudiantes.
Según su testimonio, al ejercer la docencia en una escuela para adultos en Nueva York, enseñaba la gramática por medio de la lengua. ¡No al verbalismo!, ¡no a la enseñanza libresca! Si la lengua es un organismo vivo, — así la concebía- hay que aprenderla como un sistema, en sus interrelaciones, para alcanzar un pensamiento lógico y un dominio consciente de las estructuras y de los accidentes. ¿Por qué enseñar qué es verbo, sustantivo, adjetivo, pronombre, adverbio, artículo, preposición, conjunción, oración simple o compuesta, aislado del contexto? La lengua es un todo y como tal la enseñaba el Maestro. ¿Para qué obligar al alumno a memorizar reglas huecas que en muchos casos no puede emplear en situaciones cotidianas? El procedimiento didáctico empleado por el maestro para enseñar la gramática fue avanzado y con el demostró su preparación para el empleo de métodos y procedimientos avanzados, su poder de creatividad, su dominio intuitivo de la Psicología de la enseñanza- aprendizaje, todo esto en el siglo XIX.
En el siglo XX, en la enseñanza de lenguas extranjeras se recurrió a Passov, Littlewood o Sophie Moirand, representantes de las escuelas eslava, sajona o gala en “el enfoque comunicativo” como algo novedoso en la enseñanza de lenguas. Sin temor a equivocarnos, en Martí hay un precursor de esas técnicas modernas. El maestro ha de romper con viejos esquemas si quiere insertar al estudiante en la sociedad en que vivimos.(3)
(3) Vega Jiménez, Elsa. Martí, pensamiento educativo. FAID, Colombia, 1997. P.16.
En 1890 a instancia suya se crea “La Liga”, sociedad de negros cuyo objetivo principal era instruir a exiliados cubanos y puertorriqueños. En ella Martí fue maestro.
Sobre esa experiencia refiere unos de sus contemporáneos:
… El llegaba de nueve y media a diez, después de haber acabado su clase nocturna con que se ganaba el sustento. A su llegada, iluminábanse los rostros y ensanchábanse los corazones. A pesar suyo, se le quitaban los periódicos, revistas y el sombrero que llevaba en las manos y se la estrechaban sus discípulos humildes… sentábanse en su silla delante de la mesa y principiaba a revisar y poner en orden los papeles. ¿De qué trataban? — Eran ignorantes, ansiosos de saber. Empezaba el Maestro por leer el papel tal como estaba, después alababa el estilo, la forma, si estaba en estilo sencillo, con palabras sencillas, sin frases rebuscadas, sin sacrificar la idea y la forma, pues decía que de este modo se podían expresar los pensamientos más sublimes, pasaba después a las faltas que hubieran cometido, pero de tal manera, de modo tan suave y delicado, que daban intenciones de cometerlas, para tener la oportunidad de oírselas corregir; y por último disertaba sobre lo escrito.(4)
(4) Vega Jiménez, Elsa. Martí: paradigma como Maestro. En Boletín ISPLE. №23, septiembre 1988. Pp. 81–100.
Los obreros asistían a clases después de haber laborado durante largo tiempo, pero ellos conocían que el Maestro estaría allí a pesar de sus variadas tareas, para relacionarle los hechos netamente teóricos y científicos con los de la vida cotidiana. Así los enseña también a razonar.
Del mismo modo que se pronuncia porque la escuela forme hombres vivos utiliza en el aula técnicas participativas para impartir los contenidos en cuyos puntos de partida se hallan los intereses cognoscitivos de los estudiantes.
Emitió sus juicios acerca de la enseñanza-aprendizaje tanto de las lenguas clásicas como modernas y defendió el criterio de la importancia que tiene el conocimiento de lenguas para leer la obra en el original sin recurrir a las traducciones, no siempre fieles a los textos de los autores.
Sobre las lenguas clásicas
En relación con la utilidad del conocimiento del griego y el latín dejó escritas muchas páginas. Expresó que “elevan el espíritu y lo sacan a esferas deleitosas” por ello, deben estudiarlos quienes lo requieran por la índole de la actividad en que se desenvuelven. Es útil y necesario su estudio para quienes sienten verdadera vocación por las letras y para quienes deseen conocer con más certeza las raíces de la lengua que hablan o estudian.
Martí puede hablar con conocimiento de causa porque durante sus estudios primarios estuvo en contacto con las obras de los mejores representantes de estas lenguas clásicas y, para aprenderlas, utilizaba la traducción como procedimiento metodológico. Por supuesto, con posterioridad enriqueció sus lecturas.
En cuanto a las lenguas modernas, cuyos conocimientos él empleó ampliamente para el mejor desempeño de sus labores políticas, revolucionarias, docentes, periodísticas, diplomáticas, literarias, del diario vivir y otras, expresó que son “una gimnasia a la inteligencia, y la enseñan a refrenarse, agrupar, depender e ir por cauce, (además de representar una) aptitud de asimilarse resultados eminentes y actuales de la labor de los hombres y de los pueblos en que se hablan”.
El dominio comunicacional en las lenguas modernas crea en el joven fortalezas al ponerlo en condiciones de acceder mejor a una formación más completa para estar a nivel de su tiempo. Lo hace más competitivo.
Martí no concebía un joven moderno incapaz de comunicarse en varias lenguas extranjeras. En su criterio, el dominio de los idiomas acerca la vida a la educación universitaria. Él poseía especial aptitud para el aprendizaje de los idiomas.
Se ha hecho un recorrido somero por aspectos relacionados con el conocimiento y el empleo que hizo de los idiomas extranjeros.
Se ha enfatizado en que la base estuvo en la enseñanza primaria, porque fue en ese momento donde se sumergió por primera vez en las utilidades de las lenguas clásicas y de las modernas, vivas.
Los cimientos fueron sólidos, porque, evidentemente, sobre ellos pudo continuar de manera autodidacta el aprendizaje y consolidación de las que deseaba adquirir de forma independiente.
Otros datos.
En Estados Unidos hizo crítica artística para publicaciones periódicas en francés y en inglés.
Aunque dominaba a la perfección varias lenguas, la única vez en que escribió versos en idioma extranjero fue un poema en francés.
Incursionó en el aprendizaje de lenguas tan diferentes como el ruso y el quichua.
Publicado anteriormente en la Serie José Martí en el 168 aniversario
√ (I) “El hombre escapado de sí mismo”
Por Orestes Martí
√ (II) José Martí y la música.
Elsa Vega Jiménez.
√ (III) Noticias martianas.
Por Orestes Martí
√ (IV) José Martí. Vigencia en la actual realidad cubana.
Por Orestes Martí.
√ (V) José Martí. Pensamiento martiano.
RELACIONADO:
Canal de vídeo:
Textual:
√ Cartas a María Mantilla
José Martí
Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes
√ Ecos Martianos
√ El Hermano Martí
√ Jornada Internacional por el 167 natalicio de José Martí: Fernando
√ Jornada Internacional por el 167 natalicio de José Martí: Elsa y Ulises
√ Jornada Internacional por el 167 natalicio de José Martí: Eusebio
√ Jornada Internacional por el 167 natalicio de José Martí: Ulises
√ Jornada Internacional por el 167 natalicio de José Martí: “Pepe” Rivero
√ Jornada Internacional por el 167 natalicio de José Martí: Quintana, el historiador
√ Leer a Martí
√ Noticias Martianas
√ Noticias Martianas II
√ Martí masón (I)
√ Visión de la historia de José Martí: fundamentos y proyectos
Por Fernando Martínez Heredia